martes, 31 de mayo de 2016

Una introducción a la teoría literaria - Terry Eagleton

Una introducción a la Teoría Literaria
Terry Eagleton


Introducción: ¿Qué es la Literatura?

Previo a entrar al mundo de la teoría literaria, Eagleton considera relevante encontrar una definición de la literatura. Así, una tarea que podría resultar en un principio concreta y en cierta manera sencilla, resulta conducir al lector por un recorrido histórico con el fin de conceptualizar este término.
Para empezar, Eagleton descarta la posible definición de que la literatura únicamente engloba a aquellas obras de imaginación en cuanto no necesariamente toda la literatura recae dentro del campo de lo irreal. Ejemplos como los textos de Hobbes, Clarendon, Lam, Macaulay y Mill sostienen el argumento de la autora. Eagleton también refuta la posible distinción entre lo artístico y lo histórico ya que esta diferenciación resulta subjetiva. Un texto puede ser considerado ya sea artístico o histórico y no por ello deja de ser literatura.
Probablemente un acercamiento más acertado al concepto de literatura sea aquel que se basa en “el empleo característico de la lengua.”[1] En conformidad con esta teoría, la literatura consiste en una forma de escribir que se aleja o violenta la forma ordinaria en la cual se emplea el lenguaje. Esta corriente se acerca muchísimo a lo sostenido previamente por los formalistas rusos, quienes argumentaban que la literatura consistía en una “ordenación especial del lenguaje.”[2] Así, lo realmente importante no se centra en el contenido del texto sino en una utilización especial del lenguaje que pretenda acercarse a lo poético. No obstante, es necesario recalcar que no toda desviación del lenguaje puede ser considerada poética. Es por eso que la autora analiza los problemas de la definición propuesta por el formalismo en cuanto un poco de ingenio bastaría para que un texto sea literatura. Por el contrario, no cualquier “rarificación” puede entrar dentro del campo de la literatura.
Otro acercamiento a la literatura puede consistir en la definición de esta como un “discurso no pragmático.”[3] No obstante, esta hipótesis no tiene mayor cabida en cuanto se “deja la definición de literatura a la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza del escrito.”[4] Es decir, si bien un texto puede ser creado como literatura, puede no recaer bajo este concepto en cuanto lo que en realidad importa es la manera en la cual la gente se relaciona con el escrito.  
Finalmente, Eagleton no pretende definir a la literatura por no existir un elemento de la “esencia” que lo distinga de otras áreas. La literatura, por ende, es un término subjetivo e impreciso. La literatura encierra un concepto ambiguo que no puede ser enmarcado dentro de una definición concreta. La literatura implica un término inestable que dependerá en gran medida de la ideología (entendida como juicios de valor, modos de sentir y evaluar el texto, etc) del lector puesto que “leer equivale siempre a reescribir.”[5]

Capítulo I: Ascenso de las Letras Inglesas

A lo largo de este capítulo, Eagleton recorre la historia de la literatura del siglo XVIII y XIX en Inglaterra. Así, durante el siglo XVIII la literatura abarcaba “el conjunto de escritos apreciados en la sociedad”[6] y por ende primaba el carácter ideológico de la literatura. Además, cabe recalcar que durante este siglo, la literatura fue empleada como una herramienta para insertar ciertos valores que se querían fomentar en la sociedad.
Durante el período romántico, la concepción de literatura se reduce a las obras de carácter “creador” o “imaginativo”, resaltando la importancia del elemento ficticio. Nuevamente, la literatura asume un componente ideológico a través del cual se busca transformar a la sociedad en nombre de ciertos valores apreciados en la época. Posteriormente, resurge el concepto de la filosofía del arte a través de autores como Kant, Heger y Schiller. Cabe recalcar que en ese momento, lo esencial de la literatura “radicaba en su gloriosa inutilidad, en la que ella misma era su propia finalidad”[7] y por ende se alejó del matiz ideológico previo para convertirse en un arte solitario.
La literatura vuelve a vincularse a la ideología una vez más como una solución al fracaso de la religión. En este punto de la historia, en la cual la religión perdía poder como arma de control de las masas, la literatura fue empleada para reivindicar la institución. Así, el objetivo de la literatura fue el de rescatar y salvar a la Iglesia puesto que “si no se arroja a las masas unas cuantas novelas, quizás acaben por reaccionar erigiendo unas cuantas barricadas.”[8] La llamada “labor humanizadora” consistía en un antídoto eficaz para subyugar a las masas y evitar fanatismos ideológicos. Esta importante acotación de la autora permite sostener la importancia de la literatura como arma de control en cuanto, al igual que la religión, “opera […] a través de las emociones y de la experiencia.”[9]
El ascenso de las letras inglesas como asignatura tanto en institutos como en universidades responde a la enseñanza de la “ideología moral de los tiempos modernos.”[10] Por mucho tiempo, esta asignatura era dictada en gran medida a una audiencia femenina.
Durante la Primera Guerra Mundial, la literatura inglesa jugó un rol esencial en cuanto transmitía valores de identidad nacional y soluciones espirituales a las masas gravemente trastornadas por las consecuencias del conflicto bélico. Es interesante acotar que durante la guerra, el estudio de las letras inglesas quedó a cargo de burgueses tales como Leaves, Roth y Richardas, quienes se encargaron de crear el proyecto “Scrutiny.”
El objetivo de “Scrutiny” consistía en convertir al estudio de las letras inglesas en la “esencia de la formación social”[11]. Este cambio de paradigma permite colocar al estudio de la literatura como el estudio de lo mejor de la civilización humana, que debía encaminarse necesariamente a la sociedad orgánica del siglo XVII y alejarse de los valores promovidos por el capitalismo. Con esto en mente, “Scrutiny” se encargó de seleccionar a ciertos autores que promovían estos ideales y de excluir de la lista de estudio a aquellos que no contribuían. Además, “Scrutiny” sostenía el dogma de que la literatura mejoraba (concepción moral) a las personas y las separaba de las masas. No obstante, este ideal se fue destruyendo poco a poco al descubrir que sujetos altamente instruidos eran capaces de cometer delitos soeces.
Con la aparición de T.S. Eliot, se puso en práctica “una labor de salvamento y de demolición de las tradiciones literarias”[12] que se opuso radicalmente a la ideología del liberalismo de la clase media. Eliot sostuvo el regreso a la tradición en la cual primaba la idea de la vinculación íntima entre la lengua y la experiencia. Es así, que para un texto sea considerado Literatura, debe encauzarse dentro de la tradición. La misión de Eliot consistía principalmente en dotar nuevamente a la literatura del contacto con el mundo físico y evitar caer en la sensiblería. Por su lado, “Scrutiny” no tomó este camino, sino que abogó por el concepto absoluto de “Vida”. Este proyecto pretendía defender el humanismo liberal; no obstante, se rehusaba a la educación popular de las masas.
El nombre de Leavis surge al momento de plantear los conceptos de “crítica práctica” y de “lectura analítico-interpretativa”. El primero planteaba desmenuzar los textos con el fin de comprender su verdadero alcance, mientras que el segundo pretendía un análisis detallado de las palabras y del contenido del texto que analicen más allá del contexto histórico y del autor que concibió dicho texto. A partir de estos conceptos, comienza la “cosificación” de la literatura, cuya importancia recae en el hecho de analizar el texto como un “objeto en sí mismo.”[13] Bajo estos parámetros se funda la Nueva Escuela Crítica Norteamericana.
La Nueva Crítica Norteamericana vuelve a promover a la literatura como medio de estudio de aquello que no se puede localizar en la realidad. Así, la poesía es un refugio contra el capitalismo y promueve los valores supremos de la sociedad. Cabe recalcar que esta escuela rompe definitivamente con el enaltecimiento al autor y sostiene la importancia del texto en sí mismo, sin importar el autor que se encuentra detrás. Así, la literatura se transforma en “una solución de los problemas sociales.”[14] Esta Escuela tuvo gran aceptación en cuanto establecía un método pedagógico para enseñar a la masa de estudiantes y además permitía el estudio de textos ideológicamente opuestos. Empson fue un gran representante de la Nueva Crítica que logró insertarse dentro del programa de estudios de universidades Ivy League.

Comentario personal

El primer capítulo de Eagleton resulta sumamente interesante en cuanto propone un acercamiento a la definición de la literatura. Considero que se trata de una forma acertada de iniciar un libro referente a la Teoría Literaria. Ahora bien, para el lector esta introducción supone una especie de descubrimiento ya que aprendemos a estudiar géneros literarios (novela, poesía, cuento, etc), sin comprender en primer lugar el verdadero significado del término literatura.
Eagleton se propone una meta sublime al tratar de definir un concepto que en lo personal me parece indefinible. A lo sumo lo que logra la autora son meros acercamientos al concepto. A lo largo de este capítulo me he permitido cuestionarme el verdadero alcance de la literatura. Para empezar, ¿se trata de una ciencia o de un arte? Además, ¿quién tiene el poder de diferencia lo que es literatura de lo que no es?, ¿existe un grupo selecto de personas dedicado a esta tarea?

En realidad considero que tratar de encauzar este término es una tarea imposible debido a la subjetividad que encierra. Esto en el sentido de que al final, tal como lo sostiene Eagleton, un texto puede ser considerado o no literatura dependiendo de la ideología del lector y del juicio de valor que este emite a lo largo de la lectura del escrito. Siendo así, ¿a qué parámetros debemos aspirar aquellos que deseamos crear literatura?
El segundo capítulo se aleja de la cuestión metafísica que consiste en pretender definir la literatura y lleva al lector al camino del ascenso de las letras inglesas. Es así que Eagleton relata de manera precisa el tratamiento de la literatura en la Inglaterra del siglo XVIII y XIX. Probablemente lo más interesante del capítulo es la aportación que Eagleton hace respecto al uso de la literatura como una herramienta de control social. Es así que la literatura nace como una respuesta a una necesidad específica ya sea política o religiosa. Para un lector idealista, el hecho de que la literatura responda a intereses específicos del poder puede resultar en gran medida decepcionante. No obstante, en lo personal considero que es lógico que así sea en cuanto el ser humano requiere de cierto tipo de estimulación para seguir un camino determinado o para apoyar una ideología concreta. Probablemente la estimulación o la influencia más efectiva a lo largo de la historia sea la literatura (la considero más importante aún que la religión). Este capítulo me ha permitido pensar que todas las culturas producen textos que de una u otra forma responden a un interés concreto. No puedo pensar en ningún texto (ni la ciencia ficción), que se encuentre completamente desvinculada a apoyar o criticar una institución de poder. ¿Pueden ustedes encontrar algún texto completamente neutro en este sentido?
Otra cuestión digna de mencionarse son las distintas corrientes interpretativas de textos que menciona Eagleton a lo largo del capítulo. ¿Cuál es la más acertada? Finalmente, ¿en realidad se necesita una entidad que determine qué textos son literarios o simplemente esta actividad pertenece al lector en un proceso de análisis crítico de la obra? De ser así, la enseñanza de la literatura debería realizarse de manera muy distinta a la planteada actualmente. Probablemente se debería proponer un esquema de aprendizaje en el cual el alumno tiene la capacidad de decidir qué texto amerita ser leído y el profesor constituye una mera guía. Estas son meras especulaciones de mi parte y me gustaría escuchar otras aproximaciones.


Atenta a sus respuestas,
María Susana Bastidas









Bibliografía


Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998.



[1] Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998, p. 12.
[2] Ibíd, p. 13.
[3] Ibíd, p. 18.
[4] Ibíd, p. 19.
[5] Ibíd, p. 24.
[6] Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998, p. 29.
[7] Ibíd, p. 33.
[8] Ibíd, p. 38.
[9] Ibíd, p. 39.
[10] Ibíd, p. 41.
[11] Ibíd, p. 45.
[12] Ibíd, p. 54.
[13] Ibíd, p. 61.
[14] Ibíd, p. 66.

La República - Platón

La República
Platón

Libro II
El libro II de “La República” de Platón plantea el tema de la justicia a través de un diálogo que se desarrolla entre Sócrates y los hermanos Glaucón y Adimanto. Los últimos pueden ser considerados sus pupilos, quienes no convencidos con previas explicaciones de Sócrates, cuestionan la veracidad de que la justicia es mejor que la injusticia.
Glaucón toma la batuta de la conversación al exponer los argumentos por los cuales la injusticia prima por sobre la justicia. Así, plantea que “es por naturaleza un bien cometer injusticias” puesto que el hombre vela por sus intereses personales y la única razón que limita la comisión de injusticias es la ley. En realidad, si no existiera una ley que prohíbe actos injustos, nadie sería justo por voluntad propia ya que resulta más ventajoso para el hombre ser injusto. Ampliando este pensamiento, Glaucón alega que el injusto puede pretender ser justo y obtener múltiples beneficios, mientras que el justo generalmente es injustamente castigado. Si se juzga, el injusto es más feliz que el justo puesto que son los dioses quienes “proporcionan al hombre injusto una vida más feliz que al justo.”
En un intento de apoyar a su hermano, Adimanto interviene en la conversación para acotar que la única razón por la cual el hombre busca ser justo es por “la reputación que de ella se deriva.” Esta reputación se ve reflejada en buenos puestos, excelentes casamientos y múltiples bienes. Es por eso que el injusto únicamente pretende ser justo para ganar la reputación que precede a este tipo de hombres. Al finalizar este discurso, Adimanto solicita a Sócrates no solamente que defienda la justicia pero que lo haga de tal manera que logre demostrar que en efecto, esta resulta en gran medida más ventajosa para el hombre.
Con el fin de buscar la naturaleza del concepto de justicia, Sócrates comienza su respuesta a través de la creación de un supuesto “Estado”. Esto con el objetivo de realizar un ejercicio deductivo y poder encontrar la naturaleza de la justicia para un individuo en particular.
El Estado ideal creado por Sócrates debe sostenerse bajo ciertos parámetros. El primero de estos radica en que el hombre puede dedicarse únicamente a un solo oficio. Así, habrán labradores, pintores, pescadores, médicos, etc., especializados. Esto debido a que un Estado se conforma por un grupo de hombres que juntan sus oficios para la consecución de sus necesidades. En segundo lugar, debido a que el Estado debe expandirse y conquistar nuevos territorios, es imperativo formar hombres especializados en el oficio de la guerra.
Estos hombres se denominarán “guardianes del Estado” y no solo deberán proteger el Estado sino que también deben ser hombres preparados y por naturaleza “filósofos, coléricos, ágiles y fuertes.” Es lógico que estos hombres requieren de una preparación previa con base en una educación sólida que les permita alcanzar el prototipo de hombre ideal.
Con respecto a la educación, Sócrates realiza una reflexión sobre la educación certera y concluye que las fábulas que desfiguran a los dioses y a los héroes deben ser prohibidas en el Estado. Así, aquellas partes de las fábulas que contengan descripciones malvadas, débiles o lastimeras de los dioses deben ser eliminadas debido a que los guardianes no deben tener la concepción de que los dioses pueden llegar a poseer vicio alguno. Con el afán de que los guardianes sean instruidos únicamente en la virtud, las fábulas deben presentar a Dios tal y como es. Esto quiere decir que Dios debe ser representado como causa de los bienes y no de los males ya que “no se debe dejar que digan que esas desdichas son obra de la Divinidad.” A la par, no es posible aceptar que los dioses tomen distintas formas puesto que esto va en contra de la virtud.

Libro III

En el tercer libro, Sócrates continúa con la descripción de este Estado ideal. Es primordial recordar que este relato de Sócrates se origina con el fin de instruir a sus discípulos con respecto a la justicia. Continuando con la historia, Sócrates se enfoca en la literatura necesaria para formar a individuos dentro del Estado.
Para empezar, los guardianes del Estado deben caracterizarse por su valentía. Por esta razón, cualquier texto que infunda el temor a la muerte debe ser terminantemente prohibido. Para Sócrates, los guardianes “deben ser […] temerosos más de la esclavitud que de la muerte.” Asimismo, se eliminarán rasgos de debilidad que puedan ser relacionadas a hombres famosos ya que estas expresiones son propias de mujeres y de “cuantos son hombres cobardes.”
Una vez superado este tema, Sócrates continúa con un tópico particular: la mentira. La mentira únicamente puede ser admitida en labios del gobernante cuando esta sea necesaria para el bien del Estado. Para el resto de los ciudadanos, mentir resulta un claro reflejo del vicio y por lo tanto no puede ser admitida en el Estado. Asimismo, la avidez de riqueza debe ser limitada. Es curioso recalcar que Sócrates considera que si se permite algún atisbo de debilidad o vicio en la literatura, esto justificaría para que los ciudadanos cometan acciones similares en cuanto “fácilmente se perdonará, al haberse convencido de que esas cosas malas las hacen y las hicieron también los parientes de los dioses.”
Más adelante, Sócrates profundiza en cuanto a la dicción de las fábulas y relatos para concretar que existen distintos tipos de exposición: simple, imitativa o una mezcla de ambas. Para ser admitido en el Estado, la exposición del texto debe ser narrativa y se debe evitar a toda costa la imitación, tema que será tratado en el último capítulo de “La República.”
A lo largo de este libro, Sócrates también explora el tema de la música. Así como se establecen límites para la literatura, la música no es área exenta de limitación. Por ende, en el Estado solo se permitirá aquella música que posea un ritmo que incite a los guardianes a demostrar su valentía. No se permitirán canciones o mensajes que contraríen a los guardianes. Adicionalmente, Sócrates se enfoca en la gimnasia como un área necesaria de fomentar en los guardianes. De hecho, el filósofo plantea la estrecha conexión entre la música y la gimnasia al establecer que las dos disciplinas tienen por objeto fortalecer el alma.
Sócrates explora la necesidad de médicos y de tribunales de justicia en el Estado. Con respecto a los primeros, Sócrates manifiesta que los médicos deben cumplir su tarea siempre y cuando curen enfermedades vitales. Sin embargo, si se trata de hombres con carácter enfermizo, probablemente estas personas no sean útiles para los fines de la República. Los médicos no deberían tener mayor acogida en cuanto en este Estado los ciudadanos son sanos tanto de cuerpo como de alma. Con respecto a los jueces, Sócrates afirma que esta posición pertenece a hombres con experiencia y sobretodo sabios.
Finalmente, Sócrates manifiesta que los gobernadores de este Estado ideal deben ser seleccionados de las filas de los guardianes. Estos seleccionados deben soportar distintas pruebas con el fin de cerciorarse que su carácter se encuentra libre de todo vicio. Además, el gobernante debe establecer como prioridad los intereses del Estado y de la manutención de este.
Libro X

El último libro de “La República” hace alusión a la poesía y a otras artes que tienen por fundamento una expresión de la imitación. En este libro, Sócrates se preocupa por desacreditar a la imitación en cuanto no refleja la realidad ni la verdad. Así, el filósofo explora la imitación como mero reflejo de una idea y no como el reflejo de la sustancia o esencia de la cosa.
Una acotación importante de Sócrates reside en la afirmación de que la imitación es un tercer grado de la realidad y que no debe influenciar en los ciudadanos en cuanto no es cierto sino una mera apariencia. Además, el filósofo alega que “el que imita no conoce las artes de que habla” y que profesiones como la del rapsoda, poeta y pintor transmiten ideas alejadas de la verdad.
A través de esta reflexión, Sócrates estima que artes que tienen por base la imitación deben ser excluidas de la sociedad creada por este Estado en cuanto contaminan el alma y no se acercan a la verdad.
Sócrates se encarga de desacreditar las tragedias y las comedias. Para esto empieza con una seria crítica a la obra de Homero ya que “todos los poetas son imitadores de imágenes de la virtud […] pero que no alcanzan la verdad.” Por esta razón, deben distinguirse tres artes distintos: el uso, la fabricación y la imitación. El último debe ser excluido del Estado en cuanto en realidad desconoce la esencia de lo que trata.  
El libro cierra con un análisis al tema principal: la justicia. A través de la fábula de Er de Panfilia, Sócrates logra rescatar la importancia de la justicia al relatar el viaje de Er durante su muerte momentánea. Durante este recorrido, Er pudo distinguir el cielo y el Hades y las personas que iban a uno y otro. La conclusión radica en aseverar que si bien el justo puede no ser recompensado durante su vida, sin duda alguna será recompensado después de muerto, en la vida eterna.


Comentario personal
Para empezar, es importante rescatar la táctica de enseñanza empleada por Sócrates. A través de historias y relatos creados para el momento, el profesor logra instruir al alumno y dirigirle a aquello que considera como “la verdad.” Un aspecto que llega a contrariarme radica en el hecho de que el alumno tiene poca relevancia a lo largo de estos diálogos. Así, Glaucón y Adimanto no tienen mayor rol en la aproximación de los conceptos de justicia, Estado e imitación.

Con respecto al segundo libro, me surgen varias dudas. ¿Qué tan eficiente resultaría este tipo de Estado? Para mí muchas de las ideas de Sócrates contienen connotaciones de un autoritarismo, por ejemplo, el control desmesurado de lo que se debe instruir en este tipo de Estado, la forma de elegir gobernantes únicamente entre los guardianas, los límites estrictísimos a la literatura. Por eso me pregunto si en realidad se trata de una República lo que describe Sócrates. Pasando a la naturaleza del hombre, hay distintos textos que establecen que el hombre es bueno o malo por naturaleza (no de la época de Sócrates que yo conozca), pero en realidad no hay una verdad certera que dilucide el tema. También me surgen dudas respecto a la justicia puesto que gran parte del libro se dedica a analizar este tema sin llegar nunca a aproximarse a un concepto o a delimitar la definición del término. Entonces, para Sócrates, ¿qué implica la justicia?

Con respecto al tercer libro, me sorprende la conexión que Sócrates hace de la debilidad con la mujer. Así, habla de la necesidad de eliminar aspectos femeninos en la educación de los guardianes puesto que la debilidad se deja para la mujer. Cuando habla de los médicos, me cuestiono con respecto al tratamiento de los discapacitados en la Antigua Grecia puesto que Sócrates alega que aquellos hombres enfermizos no deben ser curados de acuerdo a la medicina antigua. Sería interesante analizar este tema.

Finalmente, el libro X permite cuestionarse sobre la validez de las distintas artes que se encuentran relacionadas con la imitación. Si Sócrates verdaderamente restringe estos oficios, ¿cómo se podría practicar el arte sin caer en el “vicio” imitación?, ¿en realidad la imitación constituye un vicio?, ¿cómo difiere la imitación en la Antigua Grecia de la imitación en tiempos actuales?


Poética - Aristóteles

Arte Poética
Aristóteles

El “Arte poética” es una obra de Aristóteles que, más allá de ser un texto filosófico, se encuadra como un documento que establece parámetros para que una obra literaria sea considerada como tal. Antes de empezar, es fundamental reconocer que en la Antigua Grecia la única forma aceptable de literatura era la escritura en verso. Es así que si bien Aristóteles se pronuncia respecto a distintos géneros literarios, no menciona a la prosa como verdadera literatura. Además, como se describirá a continuación, un elemento importante residía en la interpretación teatral de las obras, a excepción de la epopeya.
En el Capítulo I, el autor recalca las distintas especies de arte poética que se encauzan en la épica, la tragedia, la comedia y la epopeya. A continuación, Aristóteles se enfoca en recalcar la importancia de la mímesis como herramienta de la poética. Es interesante admitir que la imitación juega un rol fundamental ya que una obra meritoria debe ser aquella que tiene por base el actuar humano. En un ejercicio de mímesis, se desprende la dicotomía del actuar humano ya sea este virtuoso o vicioso. A través de esta diferenciación, es posible aseverar que la comedia difiere de la tragedia en cuanto la primera imita a los peores sujetos que recaen en vicios banales mientras que la segunda imita a los mejores. Para el autor, es primordial la manera en la cual se imita y por ende es preciso establecer “con qué medios, qué cosas y cómo” es lo que se pretende imitar.
En el Capítulo II, Aristóteles manifiesta las causas por las cuáles se llega a formar la poesía. La primera recae en la naturaleza inherente al ser humano de la imitación mientras que la segunda es el sentimiento de complacencia que produce la imitación en el humano. De acuerdo a Aristóteles, este sentimiento tiene por base el aprendizaje. A partir de esto se podría desprender que el autor considera que las obras literarias siempre conllevan un cierto grado de aprendizaje para el público. Ahora bien, la poesía se divide conforme al genio de los poetas. Parecería ser que en este punto existe una clara diferenciación en los estratos sociales en cuanto clases más bajas solían recurrir a las comedias mientras que las tragedias eran reservadas para un público más “sublime y noble.” En este punto, Aristóteles diferencia el contenido y la audiencia de las obras épicas, de comedia o trágicas. Por último, en este capítulo se resalta la importancia de la interpretación teatral como medio de transmisión de la obra.
El Capítulo III tiene por argumento central la tragedia. En este capítulo, Aristóteles proporciona parámetros específicos para la redacción de una obra de tragedia exitosa.  Para empezar, un elemento crucial es la representación teatral puesto que esta debe ser “memorable y perfecta.” El autor sostiene que las partes de la tragedia son: la fábula, el carácter, la dicción, el dictamen, la perspectiva y la melodía. De entre estos elementos, la fábula u ordenación de los sucesos es probablemente la parte más importante ya que consiste en “el fin de la tragedia.” Por esta razón, la fábula debe contener un principio, un medio y un fin. Cabe recalcar que esta ordenación de los sucesos no implica necesariamente narrar las cosas “como sucedieron”, tal como lo hace el historiador, sino que el poeta goza de mayor flexibilidad en cuanto puede narrar los hechos como “era natural que sucediesen.” Ejemplo clave de este argumento consiste en la obra de La Ilíada.
En cuanto a la narración de los hechos, Aristóteles sugiere que el poeta puede narrar hechos imposibles siempre y cuando estos sean verosímiles. Además, para agregar un efecto emotivo a la obra, es importante que los personajes se conozcan. Para que la tragedia sea excelente, ha de ser compleja y esto involucra introducir personajes ni muy virtuosos ni muy viciosos con el fin de obtener el sentimiento deseado en la audiencia. Para ejemplificar esta sugerencia, Aristóteles emplea las obras cumbres de Homero.  Los personajes deben tener costumbres buenas, que encuadren bien, semejantes a las de la cultura donde se representa la obra y de genio igual.
Otro de los parámetros establecidos por Aristóteles son las partes fundamentales de la tragedia, entre las cuales se encuentran el prólogo, el episodio, la salida y el coro. A la par, tiene relevancia la manera en la cual se interpreta la obra, el tono de voz, la claridad, el lenguaje empleado, la perfección del estilo, el discurso, entre otras cuestiones relativas a la interpretación teatral de la obra.  
El Capítulo IV se centra en la epopeya y en la facultad narratoria de este género. La epopeya debe tener por argumento temas heroicos en una longitud más extensa a la tragedia pero con todos los elementos de la última. Es importante recalcar que la epopeya es narrada y no llevada al teatro. La epopeya se caracteriza por contener mayores efectos maravilloso dentro de su narración ya que justamente la temática de la epopeya se presta para este ejercicio.
El Capítulo V hace referencia a la tarea de imitación del poeta, la cual debe centrarse en una de tres cosas: “cuáles fueron o son los originales, cuáles se dice […] o cuáles debieran ser.” Es por esto que en la poética es posible pecar ya sea por error en la sustancia o un error accidental.
El último capítulo de esta obra realiza una comparación entre la epopeya y la tragedia. A pesar de que ambos géneros tienen diferencias fundamentales en cuanto a su esencia, tanto la epopeya como la tragedia realizan una tarea de mímesis y producen deleite en la audiencia.

Comentario personal

La obra de Aristóteles no se puede considerar un texto filosófico sino más bien un manual que establece ciertos parámetros para la redacción de una obra literaria exitosa. Por supuesto, este texto no pasa de la síntesis de los juicios de valor emitidos por el autor, con base en las grandes obras literarias de aquellos tiempos. Es decir, es una actividad que rescata aspectos fundamentales de obras hito de la época y pretende constituir una guía para el poeta.
A lo largo del texto me impresiona la manera en la cual Aristóteles proporciona información con respecto a la manera en la cual se debe redactar una buena obra. Y sin duda alguna, del texto se desprende que una buena obra es aquella que logra conmocionar al público. Es por esta razón que me admira la manera de influir en la audiencia que se puede lograr a través de una interpretación teatral perfecta y más aún, a través de la creación de personajes inolvidables. En este punto, reflexiono sobre la importancia del personaje en la tragedia y las cualidades que este debe reunir.
Por otro lado, me cuestiono con respecto a los distintos géneros literarios y al tipo de audiencia al cual estaban dirigidos. Por ejemplo, la comedia trataba aspectos banales y contenía personajes vulgares generalmente. Este tipo de obras eran direccionadas a un estrato social bajo, mientras que las obras de tragedia eran reservadas para una clase más noble. ¿Todavía existe este tipo de diferenciación?, ¿qué valores buscan promover actualmente los distintos géneros literarios?
Finalmente, Aristóteles expone en varios puntos la importancia de la mímesis en las obras literarias. No obstante, ¿toda obra literaria debe ser necesariamente creada a través de un proceso de imitación?, ¿en qué consiste esta imitación?, ¿Aristóteles considera a la mímesis como un ejercicio de creatividad por parte del poeta o como una mera actividad de imitación de la realidad cotidiana o de hechos históricos?

Bibliografía
Aristóteles. El arte Poética. Traducción: José Goya y Muniain. España: Madrid. 1964.