martes, 31 de mayo de 2016

Una introducción a la teoría literaria - Terry Eagleton

Una introducción a la Teoría Literaria
Terry Eagleton


Introducción: ¿Qué es la Literatura?

Previo a entrar al mundo de la teoría literaria, Eagleton considera relevante encontrar una definición de la literatura. Así, una tarea que podría resultar en un principio concreta y en cierta manera sencilla, resulta conducir al lector por un recorrido histórico con el fin de conceptualizar este término.
Para empezar, Eagleton descarta la posible definición de que la literatura únicamente engloba a aquellas obras de imaginación en cuanto no necesariamente toda la literatura recae dentro del campo de lo irreal. Ejemplos como los textos de Hobbes, Clarendon, Lam, Macaulay y Mill sostienen el argumento de la autora. Eagleton también refuta la posible distinción entre lo artístico y lo histórico ya que esta diferenciación resulta subjetiva. Un texto puede ser considerado ya sea artístico o histórico y no por ello deja de ser literatura.
Probablemente un acercamiento más acertado al concepto de literatura sea aquel que se basa en “el empleo característico de la lengua.”[1] En conformidad con esta teoría, la literatura consiste en una forma de escribir que se aleja o violenta la forma ordinaria en la cual se emplea el lenguaje. Esta corriente se acerca muchísimo a lo sostenido previamente por los formalistas rusos, quienes argumentaban que la literatura consistía en una “ordenación especial del lenguaje.”[2] Así, lo realmente importante no se centra en el contenido del texto sino en una utilización especial del lenguaje que pretenda acercarse a lo poético. No obstante, es necesario recalcar que no toda desviación del lenguaje puede ser considerada poética. Es por eso que la autora analiza los problemas de la definición propuesta por el formalismo en cuanto un poco de ingenio bastaría para que un texto sea literatura. Por el contrario, no cualquier “rarificación” puede entrar dentro del campo de la literatura.
Otro acercamiento a la literatura puede consistir en la definición de esta como un “discurso no pragmático.”[3] No obstante, esta hipótesis no tiene mayor cabida en cuanto se “deja la definición de literatura a la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza del escrito.”[4] Es decir, si bien un texto puede ser creado como literatura, puede no recaer bajo este concepto en cuanto lo que en realidad importa es la manera en la cual la gente se relaciona con el escrito.  
Finalmente, Eagleton no pretende definir a la literatura por no existir un elemento de la “esencia” que lo distinga de otras áreas. La literatura, por ende, es un término subjetivo e impreciso. La literatura encierra un concepto ambiguo que no puede ser enmarcado dentro de una definición concreta. La literatura implica un término inestable que dependerá en gran medida de la ideología (entendida como juicios de valor, modos de sentir y evaluar el texto, etc) del lector puesto que “leer equivale siempre a reescribir.”[5]

Capítulo I: Ascenso de las Letras Inglesas

A lo largo de este capítulo, Eagleton recorre la historia de la literatura del siglo XVIII y XIX en Inglaterra. Así, durante el siglo XVIII la literatura abarcaba “el conjunto de escritos apreciados en la sociedad”[6] y por ende primaba el carácter ideológico de la literatura. Además, cabe recalcar que durante este siglo, la literatura fue empleada como una herramienta para insertar ciertos valores que se querían fomentar en la sociedad.
Durante el período romántico, la concepción de literatura se reduce a las obras de carácter “creador” o “imaginativo”, resaltando la importancia del elemento ficticio. Nuevamente, la literatura asume un componente ideológico a través del cual se busca transformar a la sociedad en nombre de ciertos valores apreciados en la época. Posteriormente, resurge el concepto de la filosofía del arte a través de autores como Kant, Heger y Schiller. Cabe recalcar que en ese momento, lo esencial de la literatura “radicaba en su gloriosa inutilidad, en la que ella misma era su propia finalidad”[7] y por ende se alejó del matiz ideológico previo para convertirse en un arte solitario.
La literatura vuelve a vincularse a la ideología una vez más como una solución al fracaso de la religión. En este punto de la historia, en la cual la religión perdía poder como arma de control de las masas, la literatura fue empleada para reivindicar la institución. Así, el objetivo de la literatura fue el de rescatar y salvar a la Iglesia puesto que “si no se arroja a las masas unas cuantas novelas, quizás acaben por reaccionar erigiendo unas cuantas barricadas.”[8] La llamada “labor humanizadora” consistía en un antídoto eficaz para subyugar a las masas y evitar fanatismos ideológicos. Esta importante acotación de la autora permite sostener la importancia de la literatura como arma de control en cuanto, al igual que la religión, “opera […] a través de las emociones y de la experiencia.”[9]
El ascenso de las letras inglesas como asignatura tanto en institutos como en universidades responde a la enseñanza de la “ideología moral de los tiempos modernos.”[10] Por mucho tiempo, esta asignatura era dictada en gran medida a una audiencia femenina.
Durante la Primera Guerra Mundial, la literatura inglesa jugó un rol esencial en cuanto transmitía valores de identidad nacional y soluciones espirituales a las masas gravemente trastornadas por las consecuencias del conflicto bélico. Es interesante acotar que durante la guerra, el estudio de las letras inglesas quedó a cargo de burgueses tales como Leaves, Roth y Richardas, quienes se encargaron de crear el proyecto “Scrutiny.”
El objetivo de “Scrutiny” consistía en convertir al estudio de las letras inglesas en la “esencia de la formación social”[11]. Este cambio de paradigma permite colocar al estudio de la literatura como el estudio de lo mejor de la civilización humana, que debía encaminarse necesariamente a la sociedad orgánica del siglo XVII y alejarse de los valores promovidos por el capitalismo. Con esto en mente, “Scrutiny” se encargó de seleccionar a ciertos autores que promovían estos ideales y de excluir de la lista de estudio a aquellos que no contribuían. Además, “Scrutiny” sostenía el dogma de que la literatura mejoraba (concepción moral) a las personas y las separaba de las masas. No obstante, este ideal se fue destruyendo poco a poco al descubrir que sujetos altamente instruidos eran capaces de cometer delitos soeces.
Con la aparición de T.S. Eliot, se puso en práctica “una labor de salvamento y de demolición de las tradiciones literarias”[12] que se opuso radicalmente a la ideología del liberalismo de la clase media. Eliot sostuvo el regreso a la tradición en la cual primaba la idea de la vinculación íntima entre la lengua y la experiencia. Es así, que para un texto sea considerado Literatura, debe encauzarse dentro de la tradición. La misión de Eliot consistía principalmente en dotar nuevamente a la literatura del contacto con el mundo físico y evitar caer en la sensiblería. Por su lado, “Scrutiny” no tomó este camino, sino que abogó por el concepto absoluto de “Vida”. Este proyecto pretendía defender el humanismo liberal; no obstante, se rehusaba a la educación popular de las masas.
El nombre de Leavis surge al momento de plantear los conceptos de “crítica práctica” y de “lectura analítico-interpretativa”. El primero planteaba desmenuzar los textos con el fin de comprender su verdadero alcance, mientras que el segundo pretendía un análisis detallado de las palabras y del contenido del texto que analicen más allá del contexto histórico y del autor que concibió dicho texto. A partir de estos conceptos, comienza la “cosificación” de la literatura, cuya importancia recae en el hecho de analizar el texto como un “objeto en sí mismo.”[13] Bajo estos parámetros se funda la Nueva Escuela Crítica Norteamericana.
La Nueva Crítica Norteamericana vuelve a promover a la literatura como medio de estudio de aquello que no se puede localizar en la realidad. Así, la poesía es un refugio contra el capitalismo y promueve los valores supremos de la sociedad. Cabe recalcar que esta escuela rompe definitivamente con el enaltecimiento al autor y sostiene la importancia del texto en sí mismo, sin importar el autor que se encuentra detrás. Así, la literatura se transforma en “una solución de los problemas sociales.”[14] Esta Escuela tuvo gran aceptación en cuanto establecía un método pedagógico para enseñar a la masa de estudiantes y además permitía el estudio de textos ideológicamente opuestos. Empson fue un gran representante de la Nueva Crítica que logró insertarse dentro del programa de estudios de universidades Ivy League.

Comentario personal

El primer capítulo de Eagleton resulta sumamente interesante en cuanto propone un acercamiento a la definición de la literatura. Considero que se trata de una forma acertada de iniciar un libro referente a la Teoría Literaria. Ahora bien, para el lector esta introducción supone una especie de descubrimiento ya que aprendemos a estudiar géneros literarios (novela, poesía, cuento, etc), sin comprender en primer lugar el verdadero significado del término literatura.
Eagleton se propone una meta sublime al tratar de definir un concepto que en lo personal me parece indefinible. A lo sumo lo que logra la autora son meros acercamientos al concepto. A lo largo de este capítulo me he permitido cuestionarme el verdadero alcance de la literatura. Para empezar, ¿se trata de una ciencia o de un arte? Además, ¿quién tiene el poder de diferencia lo que es literatura de lo que no es?, ¿existe un grupo selecto de personas dedicado a esta tarea?

En realidad considero que tratar de encauzar este término es una tarea imposible debido a la subjetividad que encierra. Esto en el sentido de que al final, tal como lo sostiene Eagleton, un texto puede ser considerado o no literatura dependiendo de la ideología del lector y del juicio de valor que este emite a lo largo de la lectura del escrito. Siendo así, ¿a qué parámetros debemos aspirar aquellos que deseamos crear literatura?
El segundo capítulo se aleja de la cuestión metafísica que consiste en pretender definir la literatura y lleva al lector al camino del ascenso de las letras inglesas. Es así que Eagleton relata de manera precisa el tratamiento de la literatura en la Inglaterra del siglo XVIII y XIX. Probablemente lo más interesante del capítulo es la aportación que Eagleton hace respecto al uso de la literatura como una herramienta de control social. Es así que la literatura nace como una respuesta a una necesidad específica ya sea política o religiosa. Para un lector idealista, el hecho de que la literatura responda a intereses específicos del poder puede resultar en gran medida decepcionante. No obstante, en lo personal considero que es lógico que así sea en cuanto el ser humano requiere de cierto tipo de estimulación para seguir un camino determinado o para apoyar una ideología concreta. Probablemente la estimulación o la influencia más efectiva a lo largo de la historia sea la literatura (la considero más importante aún que la religión). Este capítulo me ha permitido pensar que todas las culturas producen textos que de una u otra forma responden a un interés concreto. No puedo pensar en ningún texto (ni la ciencia ficción), que se encuentre completamente desvinculada a apoyar o criticar una institución de poder. ¿Pueden ustedes encontrar algún texto completamente neutro en este sentido?
Otra cuestión digna de mencionarse son las distintas corrientes interpretativas de textos que menciona Eagleton a lo largo del capítulo. ¿Cuál es la más acertada? Finalmente, ¿en realidad se necesita una entidad que determine qué textos son literarios o simplemente esta actividad pertenece al lector en un proceso de análisis crítico de la obra? De ser así, la enseñanza de la literatura debería realizarse de manera muy distinta a la planteada actualmente. Probablemente se debería proponer un esquema de aprendizaje en el cual el alumno tiene la capacidad de decidir qué texto amerita ser leído y el profesor constituye una mera guía. Estas son meras especulaciones de mi parte y me gustaría escuchar otras aproximaciones.


Atenta a sus respuestas,
María Susana Bastidas









Bibliografía


Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998.



[1] Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998, p. 12.
[2] Ibíd, p. 13.
[3] Ibíd, p. 18.
[4] Ibíd, p. 19.
[5] Ibíd, p. 24.
[6] Eagleton, Terry. Una introducción a la Teoría Literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 1998, p. 29.
[7] Ibíd, p. 33.
[8] Ibíd, p. 38.
[9] Ibíd, p. 39.
[10] Ibíd, p. 41.
[11] Ibíd, p. 45.
[12] Ibíd, p. 54.
[13] Ibíd, p. 61.
[14] Ibíd, p. 66.

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