martes, 31 de mayo de 2016

Ion - Platón

El Ion
Platón

“El Ion” de Platón consiste en el diálogo entre el filósofo griego Sócrates y el mejor rapsoda de Grecia Ion de Efeso. Sócrates cuestiona a Ion con respecto a su profesión, especialmente su habilidad para relatar la poesía de Homero. Es interesante la táctica discursiva de Sócrates en cuanto realza la importancia del rapsoda y hasta parecería que admira a aquellos que se dedican a esta actividad.
Es relevante tomar en cuenta que el rapsoda es para Sócrates aquel intérprete del pensamiento del poeta. En este caso, Ion es el intérprete del pensamiento de Homero debido a que este es el más grande poeta del tiempo y el que “mejor habla.” Así, Ion explica que al escuchar hablar de otro poeta no puede fijar la atención ni “decir nada que valga la pena.”
A continuación, Sócrates insinúa que el talento de Ion no puede ser considerado arte, sino que se trata de una virtud divina. Esto debido a que es el entusiasmo y la inspiración es lo que en realidad permite a un poeta crear un texto fantástico. Es decir, el poeta es una persona regular que actúa como un simple mensajero o intérprete del pensamiento divino y a quien este pensamiento es develado de manera momentánea. El pensamiento de Sócrates llega a invalidar el arte en cuanto sostiene que este no es base de la inspiración del poeta, como sí lo es la inspiración divina.
Por estas razones, Sócrates argumenta que los poetas son intérpretes del pensamiento divino y que el rapsoda constituye un intérprete del intérprete. Así, se forma una cadena de conocimiento en el cual el arte per se no parecería existir y las virtudes de la poesía son fruto de una fuerza externa que invade al poeta. En consecuencia, si bien Homero posee al rapsoda (en cuanto el último es un mero intérprete del poeta), el poeta también se encuentra poseído por una fuerza divina.
A través de un táctica discursiva excelente, Sócrates emplea ejemplos para convencer a Ion del argumento sostenido. Así, hablan sobre distintas profesiones tales como la medicina, la cochería, la pesca, el pilotaje y el arte divinatorio. En cada uno de estos ejemplos, Ion acepta la idea de Sócrates y admite que puede interpretar los textos de Homero debido a una inspiración divina. Sin embargo, con respecto al arte de la guerra Ion se contradice y se rehúsa a aceptar esta idea. En un último esfuerzo, Sócrates manifiesta que si Ion atribuye su conocimiento a la ciencia y al arte se encontraría “faltando a su palabra.” Finalmente, Ion es percibido como un hombre divino en cuanto admite que su conocimiento se debe a la inspiración divina.


Comentario personal

A lo largo del texto es claro percibir el método socrático empleado por el filósofo. Este involucra una serie de preguntas encadenadas cuya respuesta lleva a la consecución de la “verdad”. Así, el objetivo de Sócrates a lo largo de este diálogo será demostrar la verdadera naturaleza de la poesía y por ende, de los poetas y de los rapsodas.
Este texto de Platón se aproxima al arte como una creación que difiere de la realidad. Probablemente lo que más resalta del texto es la capacidad de convencer de Sócrates. A través del método creado por el filósofo, logra hacer que Ion acepte que su conocimiento proviene de una fuente divina y no del arte o de la ciencia. Tal es así, que en caso de no reconocer el pensamiento de Sócrates, Ion quedará a los ojos del filósofo como un farsante. No obstante, más allá de la técnica discursiva empleada a lo largo del texto, ¿qué tan cierto es este planteamiento de Sócrates?
Considero que el pensamiento de Sócrates, al establecer que la verdadera naturaleza de la poesía surge a partir de la inspiración divina, es incorrecto. Esto sería aceptar que el poeta o si lo llevamos a una analogía extensiva, cualquier tipo de artista, no tiene mérito propio en cuanto su creación se debe a un latigazo de inspiración momentánea. En lo personal me alejo de esta idea de Sócrates puesto que el artista se caracteriza por su conocimiento, creatividad e imaginación. Probablemente el contexto histórico griego permitía realizar una interpretación de esta magnitud.
¿Es en realidad el poeta un intérprete del pensamiento divino y por ende el rapsoda un intérprete del intérprete? No lo creo así. Considerar como válido este argumento sería admitir que el humano carece de capacidad de creación artística.





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