La
República
Platón
Libro II
El libro II de
“La República” de Platón plantea el tema de la justicia a través de un diálogo
que se desarrolla entre Sócrates y los hermanos Glaucón y Adimanto. Los últimos
pueden ser considerados sus pupilos, quienes no convencidos con previas
explicaciones de Sócrates, cuestionan la veracidad de que la justicia es mejor
que la injusticia.
Glaucón toma la
batuta de la conversación al exponer los argumentos por los cuales la
injusticia prima por sobre la justicia. Así, plantea que “es por naturaleza un
bien cometer injusticias” puesto que el hombre vela por sus intereses
personales y la única razón que limita la comisión de injusticias es la ley. En
realidad, si no existiera una ley que prohíbe actos injustos, nadie sería justo
por voluntad propia ya que resulta más ventajoso para el hombre ser injusto. Ampliando
este pensamiento, Glaucón alega que el injusto puede pretender ser justo y
obtener múltiples beneficios, mientras que el justo generalmente es
injustamente castigado. Si se juzga, el injusto es más feliz que el justo
puesto que son los dioses quienes “proporcionan al hombre injusto una vida más
feliz que al justo.”
En un intento
de apoyar a su hermano, Adimanto interviene en la conversación para acotar que
la única razón por la cual el hombre busca ser justo es por “la reputación que
de ella se deriva.” Esta reputación se ve reflejada en buenos puestos,
excelentes casamientos y múltiples bienes. Es por eso que el injusto únicamente
pretende ser justo para ganar la reputación que precede a este tipo de hombres.
Al finalizar este discurso, Adimanto solicita a Sócrates no solamente que
defienda la justicia pero que lo haga de tal manera que logre demostrar que en
efecto, esta resulta en gran medida más ventajosa para el hombre.
Con el fin de
buscar la naturaleza del concepto de justicia, Sócrates comienza su respuesta a
través de la creación de un supuesto “Estado”. Esto con el objetivo de realizar
un ejercicio deductivo y poder encontrar la naturaleza de la justicia para un
individuo en particular.
El Estado ideal
creado por Sócrates debe sostenerse bajo ciertos parámetros. El primero de
estos radica en que el hombre puede dedicarse únicamente a un solo oficio. Así,
habrán labradores, pintores, pescadores, médicos, etc., especializados. Esto
debido a que un Estado se conforma por un grupo de hombres que juntan sus
oficios para la consecución de sus necesidades. En segundo lugar, debido a que
el Estado debe expandirse y conquistar nuevos territorios, es imperativo formar
hombres especializados en el oficio de la guerra.
Estos hombres
se denominarán “guardianes del Estado” y no solo deberán proteger el Estado
sino que también deben ser hombres preparados y por naturaleza “filósofos,
coléricos, ágiles y fuertes.” Es lógico que estos hombres requieren de una
preparación previa con base en una educación sólida que les permita alcanzar el
prototipo de hombre ideal.
Con respecto a
la educación, Sócrates realiza una reflexión sobre la educación certera y
concluye que las fábulas que desfiguran a los dioses y a los héroes deben ser
prohibidas en el Estado. Así, aquellas partes de las fábulas que contengan
descripciones malvadas, débiles o lastimeras de los dioses deben ser eliminadas
debido a que los guardianes no deben tener la concepción de que los dioses
pueden llegar a poseer vicio alguno. Con el afán de que los guardianes sean
instruidos únicamente en la virtud, las fábulas deben presentar a Dios tal y
como es. Esto quiere decir que Dios debe ser representado como causa de los
bienes y no de los males ya que “no se debe dejar que digan que esas desdichas
son obra de la Divinidad.” A la par, no es posible aceptar que los dioses tomen
distintas formas puesto que esto va en contra de la virtud.
Libro III
En el tercer
libro, Sócrates continúa con la descripción de este Estado ideal. Es primordial
recordar que este relato de Sócrates se origina con el fin de instruir a sus discípulos
con respecto a la justicia. Continuando con la historia, Sócrates se enfoca en
la literatura necesaria para formar a individuos dentro del Estado.
Para empezar, los
guardianes del Estado deben caracterizarse por su valentía. Por esta razón,
cualquier texto que infunda el temor a la muerte debe ser terminantemente
prohibido. Para Sócrates, los guardianes “deben ser […] temerosos más de la
esclavitud que de la muerte.” Asimismo, se eliminarán rasgos de debilidad que
puedan ser relacionadas a hombres famosos ya que estas expresiones son propias
de mujeres y de “cuantos son hombres cobardes.”
Una vez
superado este tema, Sócrates continúa con un tópico particular: la mentira. La
mentira únicamente puede ser admitida en labios del gobernante cuando esta sea
necesaria para el bien del Estado. Para el resto de los ciudadanos, mentir
resulta un claro reflejo del vicio y por lo tanto no puede ser admitida en el
Estado. Asimismo, la avidez de riqueza debe ser limitada. Es curioso recalcar
que Sócrates considera que si se permite algún atisbo de debilidad o vicio en
la literatura, esto justificaría para que los ciudadanos cometan acciones
similares en cuanto “fácilmente se perdonará, al haberse convencido de que esas
cosas malas las hacen y las hicieron también los parientes de los dioses.”
Más adelante,
Sócrates profundiza en cuanto a la dicción de las fábulas y relatos para
concretar que existen distintos tipos de exposición: simple, imitativa o una
mezcla de ambas. Para ser admitido en el Estado, la exposición del texto debe
ser narrativa y se debe evitar a toda costa la imitación, tema que será tratado
en el último capítulo de “La República.”
A lo largo de
este libro, Sócrates también explora el tema de la música. Así como se
establecen límites para la literatura, la música no es área exenta de limitación.
Por ende, en el Estado solo se permitirá aquella música que posea un ritmo que
incite a los guardianes a demostrar su valentía. No se permitirán canciones o
mensajes que contraríen a los guardianes. Adicionalmente, Sócrates se enfoca en
la gimnasia como un área necesaria de fomentar en los guardianes. De hecho, el
filósofo plantea la estrecha conexión entre la música y la gimnasia al
establecer que las dos disciplinas tienen por objeto fortalecer el alma.
Sócrates
explora la necesidad de médicos y de tribunales de justicia en el Estado. Con
respecto a los primeros, Sócrates manifiesta que los médicos deben cumplir su
tarea siempre y cuando curen enfermedades vitales. Sin embargo, si se trata de
hombres con carácter enfermizo, probablemente estas personas no sean útiles
para los fines de la República. Los médicos no deberían tener mayor acogida en
cuanto en este Estado los ciudadanos son sanos tanto de cuerpo como de alma. Con
respecto a los jueces, Sócrates afirma que esta posición pertenece a hombres
con experiencia y sobretodo sabios.
Finalmente,
Sócrates manifiesta que los gobernadores de este Estado ideal deben ser
seleccionados de las filas de los guardianes. Estos seleccionados deben
soportar distintas pruebas con el fin de cerciorarse que su carácter se
encuentra libre de todo vicio. Además, el gobernante debe establecer como
prioridad los intereses del Estado y de la manutención de este.
Libro X
El último libro
de “La República” hace alusión a la poesía y a otras artes que tienen por
fundamento una expresión de la imitación. En este libro, Sócrates se preocupa
por desacreditar a la imitación en cuanto no refleja la realidad ni la verdad.
Así, el filósofo explora la imitación como mero reflejo de una idea y no como
el reflejo de la sustancia o esencia de la cosa.
Una acotación
importante de Sócrates reside en la afirmación de que la imitación es un tercer
grado de la realidad y que no debe influenciar en los ciudadanos en cuanto no
es cierto sino una mera apariencia. Además, el filósofo alega que “el que imita
no conoce las artes de que habla” y que profesiones como la del rapsoda, poeta
y pintor transmiten ideas alejadas de la verdad.
A través de
esta reflexión, Sócrates estima que artes que tienen por base la imitación
deben ser excluidas de la sociedad creada por este Estado en cuanto contaminan
el alma y no se acercan a la verdad.
Sócrates se
encarga de desacreditar las tragedias y las comedias. Para esto empieza con una
seria crítica a la obra de Homero ya que “todos los poetas son imitadores de
imágenes de la virtud […] pero que no alcanzan la verdad.” Por esta razón,
deben distinguirse tres artes distintos: el uso, la fabricación y la imitación.
El último debe ser excluido del Estado en cuanto en realidad desconoce la
esencia de lo que trata.
El libro cierra
con un análisis al tema principal: la justicia. A través de la fábula de Er de
Panfilia, Sócrates logra rescatar la importancia de la justicia al relatar el
viaje de Er durante su muerte momentánea. Durante este recorrido, Er pudo
distinguir el cielo y el Hades y las personas que iban a uno y otro. La
conclusión radica en aseverar que si bien el justo puede no ser recompensado
durante su vida, sin duda alguna será recompensado después de muerto, en la
vida eterna.
Comentario personal
Para empezar,
es importante rescatar la táctica de enseñanza empleada por Sócrates. A través
de historias y relatos creados para el momento, el profesor logra instruir al
alumno y dirigirle a aquello que considera como “la verdad.” Un aspecto que
llega a contrariarme radica en el hecho de que el alumno tiene poca relevancia
a lo largo de estos diálogos. Así, Glaucón y Adimanto no tienen mayor rol en la
aproximación de los conceptos de justicia, Estado e imitación.
Con respecto al
segundo libro, me surgen varias dudas. ¿Qué tan eficiente resultaría este tipo
de Estado? Para mí muchas de las ideas de Sócrates contienen connotaciones de
un autoritarismo, por ejemplo, el control desmesurado de lo que se debe
instruir en este tipo de Estado, la forma de elegir gobernantes únicamente
entre los guardianas, los límites estrictísimos a la literatura. Por eso me
pregunto si en realidad se trata de una República lo que describe Sócrates. Pasando
a la naturaleza del hombre, hay distintos textos que establecen que el hombre es
bueno o malo por naturaleza (no de la época de Sócrates que yo conozca), pero
en realidad no hay una verdad certera que dilucide el tema. También me surgen
dudas respecto a la justicia puesto que gran parte del libro se dedica a
analizar este tema sin llegar nunca a aproximarse a un concepto o a delimitar
la definición del término. Entonces, para Sócrates, ¿qué implica la justicia?
Con respecto al
tercer libro, me sorprende la conexión que Sócrates hace de la debilidad con la
mujer. Así, habla de la necesidad de eliminar aspectos femeninos en la
educación de los guardianes puesto que la debilidad se deja para la mujer. Cuando
habla de los médicos, me cuestiono con respecto al tratamiento de los
discapacitados en la Antigua Grecia puesto que Sócrates alega que aquellos
hombres enfermizos no deben ser curados de acuerdo a la medicina antigua. Sería
interesante analizar este tema.
Finalmente, el
libro X permite cuestionarse sobre la validez de las distintas artes que se
encuentran relacionadas con la imitación. Si Sócrates verdaderamente restringe
estos oficios, ¿cómo se podría practicar el arte sin caer en el “vicio”
imitación?, ¿en realidad la imitación constituye un vicio?, ¿cómo difiere la
imitación en la Antigua Grecia de la imitación en tiempos actuales?
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