martes, 31 de mayo de 2016

La República - Platón

La República
Platón

Libro II
El libro II de “La República” de Platón plantea el tema de la justicia a través de un diálogo que se desarrolla entre Sócrates y los hermanos Glaucón y Adimanto. Los últimos pueden ser considerados sus pupilos, quienes no convencidos con previas explicaciones de Sócrates, cuestionan la veracidad de que la justicia es mejor que la injusticia.
Glaucón toma la batuta de la conversación al exponer los argumentos por los cuales la injusticia prima por sobre la justicia. Así, plantea que “es por naturaleza un bien cometer injusticias” puesto que el hombre vela por sus intereses personales y la única razón que limita la comisión de injusticias es la ley. En realidad, si no existiera una ley que prohíbe actos injustos, nadie sería justo por voluntad propia ya que resulta más ventajoso para el hombre ser injusto. Ampliando este pensamiento, Glaucón alega que el injusto puede pretender ser justo y obtener múltiples beneficios, mientras que el justo generalmente es injustamente castigado. Si se juzga, el injusto es más feliz que el justo puesto que son los dioses quienes “proporcionan al hombre injusto una vida más feliz que al justo.”
En un intento de apoyar a su hermano, Adimanto interviene en la conversación para acotar que la única razón por la cual el hombre busca ser justo es por “la reputación que de ella se deriva.” Esta reputación se ve reflejada en buenos puestos, excelentes casamientos y múltiples bienes. Es por eso que el injusto únicamente pretende ser justo para ganar la reputación que precede a este tipo de hombres. Al finalizar este discurso, Adimanto solicita a Sócrates no solamente que defienda la justicia pero que lo haga de tal manera que logre demostrar que en efecto, esta resulta en gran medida más ventajosa para el hombre.
Con el fin de buscar la naturaleza del concepto de justicia, Sócrates comienza su respuesta a través de la creación de un supuesto “Estado”. Esto con el objetivo de realizar un ejercicio deductivo y poder encontrar la naturaleza de la justicia para un individuo en particular.
El Estado ideal creado por Sócrates debe sostenerse bajo ciertos parámetros. El primero de estos radica en que el hombre puede dedicarse únicamente a un solo oficio. Así, habrán labradores, pintores, pescadores, médicos, etc., especializados. Esto debido a que un Estado se conforma por un grupo de hombres que juntan sus oficios para la consecución de sus necesidades. En segundo lugar, debido a que el Estado debe expandirse y conquistar nuevos territorios, es imperativo formar hombres especializados en el oficio de la guerra.
Estos hombres se denominarán “guardianes del Estado” y no solo deberán proteger el Estado sino que también deben ser hombres preparados y por naturaleza “filósofos, coléricos, ágiles y fuertes.” Es lógico que estos hombres requieren de una preparación previa con base en una educación sólida que les permita alcanzar el prototipo de hombre ideal.
Con respecto a la educación, Sócrates realiza una reflexión sobre la educación certera y concluye que las fábulas que desfiguran a los dioses y a los héroes deben ser prohibidas en el Estado. Así, aquellas partes de las fábulas que contengan descripciones malvadas, débiles o lastimeras de los dioses deben ser eliminadas debido a que los guardianes no deben tener la concepción de que los dioses pueden llegar a poseer vicio alguno. Con el afán de que los guardianes sean instruidos únicamente en la virtud, las fábulas deben presentar a Dios tal y como es. Esto quiere decir que Dios debe ser representado como causa de los bienes y no de los males ya que “no se debe dejar que digan que esas desdichas son obra de la Divinidad.” A la par, no es posible aceptar que los dioses tomen distintas formas puesto que esto va en contra de la virtud.

Libro III

En el tercer libro, Sócrates continúa con la descripción de este Estado ideal. Es primordial recordar que este relato de Sócrates se origina con el fin de instruir a sus discípulos con respecto a la justicia. Continuando con la historia, Sócrates se enfoca en la literatura necesaria para formar a individuos dentro del Estado.
Para empezar, los guardianes del Estado deben caracterizarse por su valentía. Por esta razón, cualquier texto que infunda el temor a la muerte debe ser terminantemente prohibido. Para Sócrates, los guardianes “deben ser […] temerosos más de la esclavitud que de la muerte.” Asimismo, se eliminarán rasgos de debilidad que puedan ser relacionadas a hombres famosos ya que estas expresiones son propias de mujeres y de “cuantos son hombres cobardes.”
Una vez superado este tema, Sócrates continúa con un tópico particular: la mentira. La mentira únicamente puede ser admitida en labios del gobernante cuando esta sea necesaria para el bien del Estado. Para el resto de los ciudadanos, mentir resulta un claro reflejo del vicio y por lo tanto no puede ser admitida en el Estado. Asimismo, la avidez de riqueza debe ser limitada. Es curioso recalcar que Sócrates considera que si se permite algún atisbo de debilidad o vicio en la literatura, esto justificaría para que los ciudadanos cometan acciones similares en cuanto “fácilmente se perdonará, al haberse convencido de que esas cosas malas las hacen y las hicieron también los parientes de los dioses.”
Más adelante, Sócrates profundiza en cuanto a la dicción de las fábulas y relatos para concretar que existen distintos tipos de exposición: simple, imitativa o una mezcla de ambas. Para ser admitido en el Estado, la exposición del texto debe ser narrativa y se debe evitar a toda costa la imitación, tema que será tratado en el último capítulo de “La República.”
A lo largo de este libro, Sócrates también explora el tema de la música. Así como se establecen límites para la literatura, la música no es área exenta de limitación. Por ende, en el Estado solo se permitirá aquella música que posea un ritmo que incite a los guardianes a demostrar su valentía. No se permitirán canciones o mensajes que contraríen a los guardianes. Adicionalmente, Sócrates se enfoca en la gimnasia como un área necesaria de fomentar en los guardianes. De hecho, el filósofo plantea la estrecha conexión entre la música y la gimnasia al establecer que las dos disciplinas tienen por objeto fortalecer el alma.
Sócrates explora la necesidad de médicos y de tribunales de justicia en el Estado. Con respecto a los primeros, Sócrates manifiesta que los médicos deben cumplir su tarea siempre y cuando curen enfermedades vitales. Sin embargo, si se trata de hombres con carácter enfermizo, probablemente estas personas no sean útiles para los fines de la República. Los médicos no deberían tener mayor acogida en cuanto en este Estado los ciudadanos son sanos tanto de cuerpo como de alma. Con respecto a los jueces, Sócrates afirma que esta posición pertenece a hombres con experiencia y sobretodo sabios.
Finalmente, Sócrates manifiesta que los gobernadores de este Estado ideal deben ser seleccionados de las filas de los guardianes. Estos seleccionados deben soportar distintas pruebas con el fin de cerciorarse que su carácter se encuentra libre de todo vicio. Además, el gobernante debe establecer como prioridad los intereses del Estado y de la manutención de este.
Libro X

El último libro de “La República” hace alusión a la poesía y a otras artes que tienen por fundamento una expresión de la imitación. En este libro, Sócrates se preocupa por desacreditar a la imitación en cuanto no refleja la realidad ni la verdad. Así, el filósofo explora la imitación como mero reflejo de una idea y no como el reflejo de la sustancia o esencia de la cosa.
Una acotación importante de Sócrates reside en la afirmación de que la imitación es un tercer grado de la realidad y que no debe influenciar en los ciudadanos en cuanto no es cierto sino una mera apariencia. Además, el filósofo alega que “el que imita no conoce las artes de que habla” y que profesiones como la del rapsoda, poeta y pintor transmiten ideas alejadas de la verdad.
A través de esta reflexión, Sócrates estima que artes que tienen por base la imitación deben ser excluidas de la sociedad creada por este Estado en cuanto contaminan el alma y no se acercan a la verdad.
Sócrates se encarga de desacreditar las tragedias y las comedias. Para esto empieza con una seria crítica a la obra de Homero ya que “todos los poetas son imitadores de imágenes de la virtud […] pero que no alcanzan la verdad.” Por esta razón, deben distinguirse tres artes distintos: el uso, la fabricación y la imitación. El último debe ser excluido del Estado en cuanto en realidad desconoce la esencia de lo que trata.  
El libro cierra con un análisis al tema principal: la justicia. A través de la fábula de Er de Panfilia, Sócrates logra rescatar la importancia de la justicia al relatar el viaje de Er durante su muerte momentánea. Durante este recorrido, Er pudo distinguir el cielo y el Hades y las personas que iban a uno y otro. La conclusión radica en aseverar que si bien el justo puede no ser recompensado durante su vida, sin duda alguna será recompensado después de muerto, en la vida eterna.


Comentario personal
Para empezar, es importante rescatar la táctica de enseñanza empleada por Sócrates. A través de historias y relatos creados para el momento, el profesor logra instruir al alumno y dirigirle a aquello que considera como “la verdad.” Un aspecto que llega a contrariarme radica en el hecho de que el alumno tiene poca relevancia a lo largo de estos diálogos. Así, Glaucón y Adimanto no tienen mayor rol en la aproximación de los conceptos de justicia, Estado e imitación.

Con respecto al segundo libro, me surgen varias dudas. ¿Qué tan eficiente resultaría este tipo de Estado? Para mí muchas de las ideas de Sócrates contienen connotaciones de un autoritarismo, por ejemplo, el control desmesurado de lo que se debe instruir en este tipo de Estado, la forma de elegir gobernantes únicamente entre los guardianas, los límites estrictísimos a la literatura. Por eso me pregunto si en realidad se trata de una República lo que describe Sócrates. Pasando a la naturaleza del hombre, hay distintos textos que establecen que el hombre es bueno o malo por naturaleza (no de la época de Sócrates que yo conozca), pero en realidad no hay una verdad certera que dilucide el tema. También me surgen dudas respecto a la justicia puesto que gran parte del libro se dedica a analizar este tema sin llegar nunca a aproximarse a un concepto o a delimitar la definición del término. Entonces, para Sócrates, ¿qué implica la justicia?

Con respecto al tercer libro, me sorprende la conexión que Sócrates hace de la debilidad con la mujer. Así, habla de la necesidad de eliminar aspectos femeninos en la educación de los guardianes puesto que la debilidad se deja para la mujer. Cuando habla de los médicos, me cuestiono con respecto al tratamiento de los discapacitados en la Antigua Grecia puesto que Sócrates alega que aquellos hombres enfermizos no deben ser curados de acuerdo a la medicina antigua. Sería interesante analizar este tema.

Finalmente, el libro X permite cuestionarse sobre la validez de las distintas artes que se encuentran relacionadas con la imitación. Si Sócrates verdaderamente restringe estos oficios, ¿cómo se podría practicar el arte sin caer en el “vicio” imitación?, ¿en realidad la imitación constituye un vicio?, ¿cómo difiere la imitación en la Antigua Grecia de la imitación en tiempos actuales?


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