domingo, 24 de julio de 2016

Un cuerpo extraño

Un cuerpo extraño: análisis desde la teoría Queer

“Un cuerpo extraño” sin duda alguna es uno de esos textos de suspenso de Dávila Andrade. En realidad, el lector se pregunta, ¿quién es este cuerpo extraño? Y antes que nada, ¿por qué se dice que es un cuerpo extraño? Definitivamente el texto es un tira y jala donde nada parece ser certero y donde la verdad juega un rol bastante relativo.

El cuento de Dávila Andrade es un desafío a todo lo establecido. La historia gira en torno a un hombre entregado a la religión y la misteriosa aparición de Mireya, un personaje que reclama amor y protección. Pero, ¿acaso es Mireya un femme fatale o se trata de un personaje cuyo sexo no podemos definir?

El personaje principal conoce a esta persona misteriosa en una de aquellas “fraternidades secretas”. Asimismo, de la descripción de la persona nos queda un sabor ácido al momento en que el narrador menciona ciertas características físicas de un hombre. ¿Se trata acaso de un hombre?, ¿es una mujer? Y es que en realidad no hay respuesta alguna por más pistas que tratemos de seguir. Parecería para mí que el mensaje de Dávila Andrade se encuentra allí mismo, en el reino de lo indecible y donde nada puede ser identificado de manera certera.


Esto nos lleva a un claro acercamiento con las teorías queer y el grupo LGBTT. Curiosamente, en este cuento se percibe una constante: la falta de certeza. Algunas cosas simplemente no pueden encajar dentro de los conceptos de la sociedad, dentro del status quo establecido y aceptado. Para mí, es esto un claro reflejo de lo que significa y de los alcances de la teoría queer: como si se tratara de definir aquello que no puede ser explicado en su totalidad.

Análisis y formas de El Gran Inquisidor de Dostoievski: Proyecto de Bibliografía Anotada

Análisis y formas de El Gran Inquisidor de Dostoievski



Les probaremos que son débiles niños,
 pero que la felicidad de los niños tiene particulares encantos
 Los Hermanos Karamazov, F. Dostoievski



La obra maestra de Dostoievski, Los Hermanos Karamazov, no solamente es una de las obras más emblemáticas del siglo IX, sino que también ha ocasionado en mí cierta clase de secreta obsesión. Considerada un texto polémico e influyente, retrata la historia y las relaciones familiares entre un padre y sus cuatro hijos. Inspirada en la Rusia de 1800, la obra ha sido de vital importancia para comprender aspectos intrínsecos de la naturaleza humana. El presente ensayo pretende ser un breve recuento de la postura y análisis de ciertos críticos respecto al pasaje de El Gran Inquisidor. Debo advertir al lector que el presente trabajo no agota las posibilidades de interpretación del capítulo mencionado. Al contrario, pretende dar a conocer ciertas posibilidades y alcances de la obra, no por ello agotando las aristas de estudio.

Debo admitir que desde que descubrí esto texto, ha sido un reto tratar de analizarlo e interpretarlo totalmente. Acaso se trata de una tarea sin fin ni sentido. Han pasado los años y sigue ahondando en las profundas aguas del capítulo de El Gran Inquisidor. Sobre esta capítulo debo recalcar que mucho se ha escrito, obras enteras inspiradas en las revelaciones de El Gran Inquisidor, análisis detallados y profundos y críticas a nivel mundial. Lo que puedo asegurar es que día a día descubro distintas perspectivas y corrientes interpretativas de Dostoievski. Esto me ha llevado a pretender recapitular ciertas posturas de interés.

El Gran Inquisidor es una incesante búsqueda de la verdad. Lo que pretende el autor probablemente resida en ahondar respecto a un argumento válido para justificar aquella imperiosa necesidad de veneración a la autoridad que caracteriza al ser humano. Al mismo tiempo, constituye una de las críticas más arduas a la institución que ha modelado la humanidad: la Iglesia católica. Por otro lado, es claro que los personajes principales de la obra pueden ser analizados desde una perspectiva psicoanalítica. Existen también aquellos que alegan que el contenido de la obra es netamente filosófico. Probablemente lo que más me atrae en este punto de mi vida es el análisis de aquello que el autor calla y no dice al lector. Es decir, a través de esta tarea buscaré como objetivo último, descifrar el subtexto de El Gran Inquisidor.

Este apartado de Dostoievski constituye la narración del poema de Iván Fiodorovitch; segundo en la línea de sucesión, con grandes inclinaciones intelectuales y claramente ateo y escéptico. El oyente en este caso resulta ser Aliocha, hermano menor e irónicamente seminarista. El poema sitúa al lector durante la Edad Media y el oscuro episodio de la Inquisición. De hecho, la trama inicia a partir del descenso de Jesús a la Tierra donde es detenido inmediatamente por la misma escolta del Santo Oficio y conducido a una celda en donde tiene un encuentro con la autoridad máxima de la Iglesia Católica: el Gran Inquisidor.

En cuanto a la estructura semántica de este capítulo, Kressova admite que el texto sigue las reglas de la retórica clásica. Así, es posible percatarse del exordio, la exposición, la argumentación y el epílogo. Asimismo, es necesario reconocer el tinte fantástico del texto y su cercanía al género dramático.[1] Es en este punto donde me gustaría jugar con el lenguaje de oposición que Dostoievski despliega. Es claro que el texto es fantástico, pero parecería que el contenido filosófico implica una visión sumamente realista. Al mismo tiempo, el autor emplea un lenguaje binario: Aliocha el religioso versus Iván el escéptico, el Gran Inquisidor perverso versus el preso, fiel representante del amor y cómo olvidarse del discurso de la autoridad eclesiástica versus el silencio de Jesús. Este curioso juego de palabras permite que el lector cree un retrato nítido de aquello que se encuentra sucediendo en el capítulo.

El análisis de los textos de Dostoievski generalmente se centra en la construcción de los personajes como un reflejo autobiográfico de vivencias y experiencias del propio autor. Varios críticos han manifestado la importancia para el literato ruso de la construcción del personaje. Así, Barros asegura que “Dostoievski tenía interiorizados a todos sus personajes (…) y que su caracterización discursiva era una tarea a resolver son anterioridad a la redacción de sus novelas.”[2] Por esta razón, cada personaje que incursiona en las obras de Dostoievski, merece un análisis minucioso. A manera de ejemplo, en el personaje de Iván, el lector puede observar de primer plano un hombre reflexivo en una búsqueda desesperante por comprender la maldad existente en el mundo. En el caso del Gran Inquisidor, esta figura representa los deseos de la humanidad: pan, milagro y poder.[3]

Debo admitir que la estructura de los personas me perpleja. Es cierto que el lenguaje que emplea Dostoievski es claramente binario; no obstante, me cuesta descifrar cuál personaje tiene oscuras intenciones o cuál de ellos refleja la bondad. Es en este punto donde el escritor ruso prueba su valía de mímesis de la naturaleza humana: ningún hombre es completamente bueno o completamente malo y son las áreas grises donde el autor puede desplegar su creatividad.

Es González Blanco quien pretende acercarse al mensaje de El Gran Inquisidor a partir de una perspectiva social. El crítico observa que la descripción de las tres tentaciones de Jesús en el desierto constituyen un verdadero aporte del autor en cuanto implica revelar las reglas o leyes de la convivencia social. De esta manera, Cristo en el desierto renuncia a los milagros para saciar sus necesidades. Parece ser que el Salvador todo lo sacrifica para que el hombre sea libre. Yo me pregunto, ¿en realidad el hombre quiere libertad y las consecuencias que se despliegan a partir de esta? Si es así, es claro que la humanidad ha limitado o ha cedido en cierta forma su libertad a través de la figura del contrato social.

Por su lado, López destaca el tema de la libertad como argumento central de este pasaje. De hecho, el crítico manifiesta que “el drama de la libertad reside en la duda e incertidumbre que genera el ejercicio de decidir y elegir.”[4] Son muchos los críticos que se suman a manifestar que la búsqueda de la verdad y por ende de la certeza, son acaso las interrogantes cruciales de la existencia. Parecería ser que la misión de Dostoievski es aceptar la existencia de la interioridad humana y es en este punto donde cada palabra empleada “muestran los estados y contenidos del espíritu.”[5]

A lo largo de este análisis, sería imposible saltarnos el rol de la Iglesia Católica. El Gran Inquisidor da cabida a un verdadero estudio fenomenológico de lo religioso en el hombre. Para Segura, la Iglesia representa el ente al cual se le entrega el poder, la institución que es capaz de someter al hombre. Con este fin, la Iglesia posee lo que la humanidad entera desea: la capacidad de asegurar al hombre un puesto en el Cielo asegurado para la vida eterna.[6] En lo personal me obstino a creer que la crítica de Dostoievski se reduce a la Iglesia. Verdaderamente creo que se trata de una observación realizada a toda institución que busca perpetuar la autoridad y el poder.

En un proceso de deconstrucción, Segura admite que a primera vista parecería que El Gran Inquisidor no es más que una crítica a la Iglesia; no obstante, el verdadero contenido del texto reside en aquello que no se dice. Para la crítica, la leyenda del Gran Inquisidor “representa la autorevelación de Iván y la explicación de la relación en que se encuentra con Dios, en cuanto procura justificarse a sí mismo.”[7] Al poder darle la vuelta a una interpretación inicial, esta crítica logra consolidad otro argumento válido. Así, ante la desgracia en el mundo Iván pierde la fe y se vuelve ateo. Una forma de argumentar esta decisión de negación de la autoridad, crea el presente poema, como si se tratara de un deslinde de responsabilidad por la decisión tomada. Debo admitir que jamás había pensado en esta posibilidad de interpretación y que definitivamente me llama la atención el análisis psicológico del personaje para poder llegar a esta conclusión.

Existen aquellos críticos que afirman que El Gran Inquisidor representa la crisis de la cultura Occidental, sumida en un conflicto de falsa espiritualidad y materialismo.[8] Así, estos críticos manifiestan que todos los personajes de Los Hermanos Karamazov se encuentran entre la dicotomía planteada entre espiritualismo versus materialismo. Iván, por ejemplo, niega sus creencias en la religión católica pero parecería que no por ello renuncia por completo a su espiritualidad. Este análisis plantea el texto como si se tratara de un campo de batalla en lo cual se juega el destino mismo de la humanidad. Así, Aliocha es el perfecto rol de la espiritualidad y de la bondad, ¿pero acaso existe tal ser humano que pueda decirse es completamente bueno?

Es el crítico Riemer alega que el pasaje se centra en aspectos primordiales como al libertad y el sufrimiento que esta conlleva. Más allá de este análisis, Riemer manifiesta que El Gran Inquisidor revela que el hombre no necesariamente tiene por fin último la felicidad, sino que es claro que lo que la sociedad anhela es el mantenimiento del status quo. Es decir, podría afirmarse que este capítulo representa un ataque al ejercicio gubernamental y al poder que se ejerce a través de esta institución. El autor alega que el texto implica una postura claramente en contra de la democracia socialista que somete al hombre y que no le permite actuar en libertad (como si tal cosa existiera).

Quisiera terminar con un análisis propio, conforme a las teorías críticas literarias feministas. Es curioso pensar que absolutamente todos los personajes de la obra de Dostoievski son varones. En realidad, no se hace alusión alguna a la femineidad. Dios es hombre, Jesús es hombre y en ningún momento se duda que el Gran Inquisidor pueda ser una figura del sexo opuesto. No se puede pasar por alto que Iván y Aliocha, verdaderos protagonistas de la historia, son hombres. Acaso en el contexto social del autor la mujer no jugaba un rol preponderante. Parecería ser que temas tan delicados de la humanidad como lo son la libertad y la sumisión son completamente restringidos para la población masculina.

El tema en cuestión de El Gran Inquisidor yace en la libertad de la humanidad y en esa inevitable sumisión y búsqueda de una autoridad a quien delegar cierta responsabilidad. De hecho, en eso se basa el contrato social que a manera invisible todos hemos accedido a firmar con el fin de convivir en paz. Debo afirmar que la naturaleza humana representa un continente oscuro como diría Freud, y que las posibilidades de comprensión no llegarán nunca a definir la verdadera esencia de la humanidad.

Muchos manifiestan que este capítulo de Los Hermanos Karamazov, en realidad no es capítulo alguno que concierne a la literatura sino que entra dentro de las arenas de la filosofía. Afirmación válida aunque debatible puesto que esto nos lleva a preguntarnos hasta qué punto llega la literatura y hasta cuál la filosofía. Lo cierto es que, en el caso de El Gran Inquisidor, se mezclan varias áreas ya sean estas la literatura y la filosofía, la fantasía y la realidad, la bondad y el mal, la libertad y la sumisión.

Si algo he aprendido del poema de El Gran Inquisidor ha sido a comprender el vasto conocimiento que contiene cada texto y a resignarme serenamente a no entender y conocer todo. En realidad, el texto no se agota jamás ya que una obra maestra no tiene límites de interpretación. Definitivamente cada lector absorbe aquello que le conviene al momento, aquello que necesita imperiosamente. Por ello creo que para mí, El Gran Inquisidor representa aquello que admití en el primer párrafo del documento: una búsqueda incesante de la verdad respecto a la naturaleza humana.






Bibliografía:

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Bouckaert, L., & Ghesquiere, R. Dostoyevsky's Grand Inquisitor as a Mirror for the Ethics of Institutions. Journal of Business Ethics, 53(1/2), 29-37, 2004.

Cox, R. Dostoevsky's Grand Inquisitor. CrossCurrents, 17(4), 427-444, 1967.

Dostoiewski, F. Los hermanos Karamazov. Barcelona: Editorial Juventud. Sexta Edición, 2009.

González Blanco, A. El gato con botas y la leyenda del Gran Inquisidor (en torno al significado profundo de los cuentos populares). Revista Murciana de Antropología, No. 1, 1994.

Guardini, R., & Cunneen, S. The legend of the Grand Inquisitor. CrossCurrents, 3(1), 58-86, 1952.

Gutiérrez, M. El Gran Inquisidor, la angustia por la libertad. Universidad de Chile: Revista de Filosofía, No. 13, Año 13.

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Kressova, N. Libertad vs. panes, milagro y autoridad. Anotaciones sobre El Gran Inquisidor. Dialnet, Vol. XXIV, 2009.

López, S. El Gran Inquisidor o los buscadores de certeza. Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Mazurek, S., Torr, G., & Swiderski, E. The individual and nothingness (Stavrogin: A Russian interpretation). Studies in East European Thought, 62(1), 41-54, 2010.

Mermall, T. Unamuno and Dostoevsky's Grand Inquisitor. Hispania, 61(4), 851-858, 1978.

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Weinreich, M. Ideological Antecedents of the Brothers Karamasov. Modern Language Notes, 64(6), 400-406, 1949.

Zekulin, G. Dostoevsky's Critique of the West: The Quest for the Earthly Paradise



[1] Kressova, N. Libertad vs. panes, milagro y autoridad. Anotaciones sobre El Gran Inquisidor. Dialnet, Vol. XXIV, 2009.
[2] Barros, B. Retórica y ficción en F.M. Dostoievski: modos de decir en Crimen y Castigo. TONOS: Revista Electrónica de Estudios Filológicos, No. XIX, 2010.
[3] Mosto, M. La leyenda del Gran Inquisidor. Jornadas: diálogos entre Literatura, Estética y Teología, 2002.
[4] López, S. El Gran Inquisidor o los buscadores de certeza. Instituto Tecnológico Autónomo de México, p. 93.
[5] Gutiérrez, M. El Gran Inquisidor, la angustia por la libertad. Universidad de Chile: Revista de Filosofía, No. 13, Año 13, p. 49.
[6] Segura, C. Ética y religión en el Gran Inquisidor de Dostoievski. Chile: Universidad de San Sebastián, p. 136.
[7] Íbid, p. 136.
[8] Slawomir, M. The individual and nothingness (Stavrogin: a Russian interpretation). Springer, 2010, p. 43.

domingo, 10 de julio de 2016

Identidades de asignación, identidades de elección

Identidades de asignación, identidades de elección
Laurentino Vélez-Pelligrini

A través de este breve artículo, se afirma la idea por la cual las “identidades deben ser electivas, y no simplemente asignativas.” Esto implica un proceso complejo en el cual es posible admitir que la identidad se crea y como consecuencia, que es posible desprenderme de la identidad y crear una nueva.
Las minorías sexuales, en una lucha por su reivindicación, ha procurado reflejarse a través de una imagen homogénea con el fin de adquirir voz. No obstante, esto es imposible en cuanto existen grandes diferencias entre los grupos y por ende, múltiples discrepancias. Es posible admitir que el homosexualismo, el lesbianismo y el transexualismo poseen distintas aristas y objetivos.
Lo que me llama la atención a mí es la afirmación del autor en relación a la invención por parte de la psiquiatría de la heterosexualidad y de la homosexualidad. Para mí, no ha sido invención de la psiquiatría en cuanto la homosexualidad siempre ha existido. Probablemente lo único que la psicología aportó es la categorización de este concepto como una desviación, como una enfermedad.
Ahora bien, es interesante la relación que el autor hace con distintos tipos de difusión artística e informativa. A través de revistas y películas las minorías sexuales buscan respeto y crean para sí mismos ciertos estereotipos. Es de esta manera como se crean, por ejemplo, relaciones de poder entre los mismos hombres.
Foucault fue una de las voces del movimiento gay. Para Foucault, la singularidad de este movimiento se encontraba en la “reivindicación del derecho de dos hombres a amarse en una sociedad que había hecho de la violencia entre los varones uno de sus elementos inherente.” Esto implica admitir que es la sociedad quien crea ciertos cánones de conducta y entre estos se impone la idea del macho alfa que lucha por su posición contra otros hombres. Es por esta razón que resulta tan escandaloso que dos hombres, en vez de luchar se amen. Escandaloso pero posible a través del movimiento gay. Al igual, es posible afirmar que el patriarcado impuesto en la sociedad no solamente afecta a las mujeres sino también a los hombres debido a que estos también deben acoplarse al status quo reinante.
En cuanto a los grupos transexuales, considero que en la actualidad estas personas son probablemente las más vulnerables a nuestra sociedad. Esto debido a que aparecen después de movimientos gays y lésbicos y no son aceptados dentro de estos grupos. Es decir, los transexuales hacen alusión a lo ambiguo y la ambigüedad no se acepta fácilmente en una sociedad con roles demarcados. No obstante, de acuerdo al autor “los transexuales han logrado afirmar una personalidad social propia.”
Si algo unió a las minorías sexuales fue una terrible enfermedad: el Sida. Esta patología extraña acabó con la vida de miles y fue dentro de este ambiente de compasión donde se desarrolló cierta empatía entre los grupos sexuales minoritarios. Si bien se dio espacio a la transexualidad, no fue sino hasta el origen del movimiento Queer en el cual se brindó apoyo a este grupo. Así, fue este movimiento quien se preocupó por denunciar los abusos contra los transexuales.

El punto final reside en preguntarnos el objetivo de la teoría Queer. ¿Acaso no se trata de reafirmar el sinsentido? Así, en vez de tratar de reivindicar cada grupo sexual minoritario, sería más eficiente abogar contra la “improcedencia de reafirmar identidades que los grupos dominantes habían naturalizado.” Porque si nos ponemos a meditar sobre el tema, afirmar una identidad es alienante en cuanto encaja al sujeto dentro de roles sociales predeterminados.