domingo, 10 de julio de 2016

El Elefante: aproximación desde el postestructuralismo

El elefante: aproximación desde el postestructuralismo
César Dávila Andrade


Debo admitir que realizar un análisis postestructuralista de este texto constituye un reto para mí. No obstante, creo que El Elefante se presta para realizar un intento de interpretación. El cuento trata la vida Antonio Andrade y Alvear y su ascenso a Inspector de una Comisaría Municipal de Mercados. El protagonista había trabajado arduamente para un ascenso y por fin, después de veinte años, era sujeto de uno. Andrade y Alvear, como lo alude su nombre, era un hombre correcto e intachable que merecía más que nadie el puesto de Inspector. Él, hombre transparente e incorrupto, se percataría de que todas las normas se cumpliesen al pie de la letra, eliminaría lo pútrido, lo infecto y lo pernicioso.
El objeto del análisis postestructuralista consiste en destruir la oposición de términos y así aceptar que el lenguaje binario en realidad no existe. Para esto empezaré con el protagonista. Como se mencionó previamente, Antonio Andrade y Alvear (AAA) se consideraba a sí mismo como un reflejo de la corrección, pero algo sucede: el nuevo Inspector acepta una dádiva e inmediatamente su mundo cambia. Esto por supuesto lo logra Dávila Andrade a través del incidente del trozo de chancho que se queda atrapado entre sus dientes. Hasta aquí el primer intento de deconstrucción. El hombre bueno y honorable acepta en su primer día de trabajo lo que parece ser una coima y de esta manera se vuelve corrupto y vulnerable. Es así que se muestran los dos lados de la moneda: la pureza y la corrupción. ¿Qué es Antonio Andrade y Alvear? Este juego de oposición lleva al lector a percatarse que no existe bueno sin maldad alguna ni malo que no tenga algo de bueno. Es decir, lo bueno existe gracias a lo malo y viceversa. Si no fuera de este modo, ¿cómo conoceríamos la bondad si no supiéramos lo que es la maldad? El ejemplo de AAA es clarísimo para demostrar que las relaciones humanas y sus sujetos son complejas y que las personas constituimos un mundo múltiple.
Por supuesto el nombre del cuento permite adentrarnos a un análisis. El Elefante en la cultura occidental es conocido como la pureza, la memoria. Y ahora la memoria de AAA se encuentra contaminada por el hecho de haber aceptado una coima. Como si esto fuera una grave mancha a su historia personal. En este punto la oposición recae entre el recuerdo vs. el olvido y es aquí donde se despliega el concepto de lo indecidible. ¿AAA pecó o no lo hizo? Y si fue así, ¿cómo logrará sobreponerse a esta completa negación de lo que pensaba ser? En este punto se desmorona esta oposición para reconocer que la humanidad no puede seguir adelante sin el olvido ya que nuestra capacidad de actuar depende de nuestra necesidad de olvido. De lo contrario, estaríamos llenos de temores, dudas, y fantasmas que nos perseguirían constantemente, paralizando nuestra actividad. Pero El Elefante también alude a las relaciones de poder. Lo que parecía irrelevante toma fuerza y es la única alternativa de escape. Así, un trozo incrustado en la cavidad bucal se transforma en un obstáculo del lenguaje y requiere ser expulsado inmediatamente.
Finalmente, podríamos analizar a las señoras del mercado y preguntarnos si mimar a los jefes y tratar de sobornarlos es en realidad tan malo como se lo juzga a primera vista. En este punto se pone en duda el concepto de hospitalidad y uno se pregunta si en realidad una dádiva tiene connotación negativa o positiva. En fin, la deconstrucción nos permite admitir que las connotaciones de términos binarios pueden darse la vuelta y que en realidad un polo no puede existir sin el otro debido a que una palabra encierra al mismo tiempo aspectos positivos y aspectos negativos.







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