domingo, 3 de julio de 2016

Teorías postestructuralistas

Teorías Postestructuralistas
Raman Selden

A lo largo de este capítulo Selden describe las teorías postestructuralistas y sus distintos representantes. No hay duda de que el posestructuralismo es una corriente atrevida que destruye las teorías planteadas previamente. Si tuviera que resumirla en una palabra, podría decir que el postestructuralismo es irreverente.
Para empezar, esta corriente busca “desalentar las pretensiones científicas del estructuralismo”. En este sentido, resulta para mí un poco contradictorio que los postestructuralistas no lleguen a conclusión alguna ni permitan un sistema concreto de análisis literario. Es como si buscaran destruir todas las corrientes previas sin proponer ningún cambio, sin establecer parámetros. Es por esta razón que me resulta difícil comprender en su totalidad a los postestructuralistas.
Todo empieza con Barthes, quien propone un “abandono de las aspiraciones científicas.” Barthes establece la imposibilidad de que el autor sea la única autoridad para interpretar el texto y manifiesta el grave error de los estructuralistas al querer descubrir el centro del texto o reducirle a una estructura preconcebida. A Barthes le siguen críticos como Lacan, que fue estudiado previamente en la sección del psicoanálisis.
El padre de la deconstrucción postestructuralista es Derrida. Este crítico manifiesta que, hasta las teorías estructuralistas, admiten la existencia de un centro. En realidad, hemos creado la figura del centro porque “nos garantiza ser en tanto presencia.” Derrida no busca derrocar estas figuras centrales, sino que busca negarse a uno o a otro polo de estos sistemas para evitar que estos se conviertan en centros (ej: blanco/negro). El proceso de desconstrucción reside en derrocar o deshacer esa jerarquía violenta. Para hacerlo, debemos invertir la jerarquía y solamente así llegaremos a reconocer los dos polos, sin que exista un centro. El ejemplo del bien y del mal permite aclarar este proceso de deconstrucción. Así, este proceso empieza cuando
“localizamos el momento en que un texto transgrede las leyes que establece para él mismo: es el momento en que […] el texto se viene abajo.”Esto por supuesto constituye una ruptura del pensamiento logocéntrico puesto que implica que lo que se habla no requiere de sentido alguno o de centro alguno.
La deconstrucción fue un movimiento tan fuerte que se propagó a Norteamérica con rapidez. Probablemente a esto contribuyó el hecho de que se buscaba derrocar con desesperación el formalismo impuesto por la Nueva Crítica. En todo caso, una figura que resalta es la de De Man, especialmente su distinción respecto a filosofía y literatura. A través de la desconstrucción, De Man logra admitir que es posible “leer la filosofía como si fuera literatura […] y leer la literatura como si fuera filosofía.” Al igual que Derrida, De Man se niega a establecer una nueva jerarquía. A mi parecer, la deconstrucción busca en cierta medida derrocar los sistemas de poder o la jerarquía a través del lenguaje.
A diferencia de la Nueva Crítica, la deconstrucción “engulle la historia en el dilatado imperio de la literatura.” Esto implica que las obras de los historiadores, al igual que las de los literatos, no son una representación de la realidad sino que se hallan contaminadas por la figuralidad.
Harold Bloom sostiene una posición bastante atrevida respecto a la poesía. De acuerdo a este crítico, “al haber llegado tarde a la historia de la poesía, [los poetas] temen que sus padres poéticos ya hayan utilizado toda la inspiración disponible.” Por esta razón, a los poetas no les queda otra opción que relacionar sus poemas con los previos, interpretar la obra de poetas emblemáticos y buscar nuevas formas de interpretación o acaso errores.
Debo reconocer que la teoría postestructuralista que más me llama la atención es la que sostiene Foucault. Esto debido a que Foucault admite que el discurso tiene una relación íntima con el poder. Es decir, que la lengua o el habla pueden ser empleados como una herramienta para alcanzar el poder. Foucault admite que “es evidente que el poder real se ejerce por medio del discurso.” Si es así, ¿qué tipo de discurso es el que conlleva al poder?
De acuerdo a Foucault no se necesita únicamente de un discurso, sino que se requiere también que este discurso encaje dentro de las descripciones de verdad de la época. Es decir, el discurso debe ser acorde a la ideología dominante ya que “lo que se puede decir cambia de una época a otra” y por lo tanto no basta decir la verdad sino que esa verdad se acople a la verdad de la circunstancia. De lo contrario, la persona que emite el discurso puede ser tachada de loca o rebelde. Son múltiples los ejemplos en la historia que prueban esto. El discurso termina siendo “una violencia que ejercemos sobre las cosas” con la finalidad de adquirir poder.
Los postestructuralistas se niegan a forzar el texto y a tratar de encasillarlo de una determinada manera como las teorías previas lo hacían. Sin embargo, esta corriente tampoco permite aclara la manera en la cual un texto debe ser analizado ni ofrece parámetros para hacerlo. No existe conclusión alguna y el lector se queda estancado en las arenas de la ambigüedad tras leer sobre las teorías postestructuralistas.


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