domingo, 10 de julio de 2016

El género en disputa

El género en disputa
Judith Butler

Personalmente, leer el texto de Butler fue un reto enorme debido a que la autora se adentra en las verdaderas profundidades del movimiento feminista desafiando todo tipo de estructura. A mi consideración, parecería ser que la tarea de Butler se asemeja a aquellos postulados postestructuralistas y busca dejar todo atrás, transformar la realidad y dejar al desnudo todas las implicaciones de los modelos socialmente aceptados. A continuación recogeré simplemente algunos postulados que llamaron mi atención debido a que admitir que comprendí totalmente a Butler sería un postulado lejano a la realidad.
Para empezar tomaré una fuerte frase de Beauvoir que a mi parecer resume todo lo que Butler quiere decir a lo largo del primer capítulo: no se nace mujer; llega una a serlo. ¿Si una no nace mujer entonces a través de qué medios llega a serlo? Y, ¿cómo es posible afirmar esto?
El primer apartado se enfoca en determinar a las mujeres como sujeto del feminismo. Con este fin, es fundamental comprender los conceptos de representación y de política. Por representación se entiende la “función normativa de un lenguaje, que al parecer, muestra o distorsiona lo que considera verdadero acerca de la categoría de mujeres.” Es claro que el lenguaje juega un rol importante en estos aspectos puesto que a través de este nos convertimos en sujetos o en mero objetos. ¡El lenguaje todo lo transforma y todo lo crea! Si es así, como mujeres debemos aceptar que el lenguaje se ha desarrollado en nuestra contra por milenios. El lenguaje se ve reflejado en la ley y admitir que la mujer es sujeto del feminismo primero implica la necesidad de ser sujeto, y jurídicamente hablando, solamente son sujetos aquellos determinados por la ley que son centro de imputaciones jurídicas y protagonistas de las leyes. ¿Acaso existen sujetos antes de la ley?
Con respecto a las mujeres llama mi atención el postulado de Butler que afirma la imposibilidad de encontrar un “concepto generalmente compartido de las mujeres.” Es decir, nos agrupamos como grupo oprimido por la sociedad a través de la historia pero en realidad lo único que tenemos en común es el ser mujeres. Al contrario, no se han tomado en cuenta todas las diferencias culturas y concretas de cada una de nosotras. Yo me pregunto, ¿acaso es suficiente con ser mujer?, ¿se agota en el ser mujer quienes verdaderamente somos? O más bien dicho, ¿nuestra esencia es ser mujeres y no tenemos nada más que esta identidad? Son preguntas complejas que a mí se me ocurren al momento pero que en realidad responderlas supondría quebrantar el status quo.
En el segundo apartado, Butler se enfoca en los conceptos de sexo, género y deseo. Creo que la mayoría de nosotros asociamos al sexo con un aspecto biológico y al género con un aspecto cultural de identidad. El efecto que Butler logró en mí después de este apartado reside en cuestionarme si género en realidad significa una identidad construida socialmente. De acuerdo a Butler, “el género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza” y si esto es cierto, ¿qué es el sexo, el género y el deseo?, ¿acaso pueden ser posibles invenciones culturales o son adaptaciones del cuerpo sexuado?
Para Beauvoir el género se construye y esto para mí implicaría una decisión por parte del ser humano. En lo personal todavía me cuesta determinar si el género es una cuestión de libre albedrío o si se trata de una cuestión de determinismo. También es importante reconocer aquellas corrientes que afirman que el género es una cuestión secundaria versus aquellas que manifiestan que “la noción misma de persona situada en el lenguaje como un sujeto es una construcción [..] masculinista que en realidad niegan la posibilidad […] de un género femenino.” Como lo dije antes, esta cuestión del género me conflictúa en gran medida puesto que no encuentro una respuesta que pueda ser “la verdad.”
Probablemente lo que más llamó mi atención del texto son las posturas de Beauvoir y la de Irigaray. Mientras la primera alega que la mujer es el Otro que ha sido segregado y oprimido, la segunda admite que la mujer es lo no representable dentro de un lenguaje y una sociedad completamente masculina. Irigaray manifiesta que solamente existe un sexo, el masculino y que este evoluciona mediante la producción del Otro. Admito que me interesa en gran medida la posición de Irigaray en cuanto le da un rol fundamental al lenguaje. ¿Qué mujer no ha sentido que nuestro lenguaje es falogocéntrico? Ciertamente yo lo he vivido y por eso sostengo que dentro de todas las teorías feministas, las que más me llaman la atención son aquellas que buscan un cambio en el lenguaje.
Por su parte, Foucault realiza un gran aporte al aseverar que la categoría de sexo “es la producción de una economía difusa que regula la sexualidad.” Siendo así, la categoría de sexo se eliminaría si existiera alteración alguna a la hegemonía heterosexual. A veces me pregunto en qué punto de la historia se estableció socialmente la heterosexualidad como lo natural, lo propio del ser humano. Me intriga puesto que a partir de esta concepción se establecen todos los cánones sociales, todo el aparato del status quo.
Concuerdo con Butler cuando esta afirma que “la experiencia de una disposición psíquica o de una identidad cultural de género se considera un logro”, pero acaso este logro pueda ser una falacia. En realidad, ¿qué es el género? Yo me sigo preguntando esto a través de la lectura de todo este texto y ya no me basta la relación que previamente hacía al género con la identidad.

En realidad, este texto me ha confundido en gran medida. Creo yo que justamente esto ha sido el objetivo de Butler: destruir las bases conocidas y aceptadas socialmente respecto a la mujer, al sexo, al género y al deseo. Este proceso de deconstrucción asombra y asusta al principio pero sobretodo abre la puerta a la investigación propia para averiguar lo que será nuestra verdad.


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