domingo, 3 de julio de 2016

El cóndor ciego: aproximación desde el marxismo

El cóndor ciego: aproximación desde el marxismo
César Dávila Andrade

El cóndor ciego es probablemente una de las obras maestras de César Dávila Andrade. A partir de Agustín Cueva y de su interpretación de los cuentos de Dávila Andrade, es posible comprender de mejor manera la figura del cóndor dentro de este cuento. La parte de mayor interés reside en el hecho de que el cóndor logra superar el tiempo y el espacio y en cierta forma derriba esta oposición de orgánico vs. inorgánico. También llama la atención que el cóndor, en la cultura ecuatoriana, representa al mito.
Ahora bien, la trama del cuento gira alrededor de un grupo de cóndores, especialmente alrededor de los últimos días de vida del cóndor líder. Es posible que el cuento pueda ser analizado desde el marxismo si se toma en cuenta las relaciones de poder que se establecen a lo largo de la obra. Así, observamos que el cóndor viejo es el líder del grupo y que este se encuentra estructurado de manera jerárquica. El cóndor ciego lidera el grupo debido a su sabiduría, a su edad. En esta estructura de poder nadie parece querer sublevarse ya que los otros cóndores aceptan plácidamente su posición dentro del grupo y jamás cuestionan el poder que ejerce el viejo cóndor. ¿Acaso sea porque los cóndores no conocen otro modo de vida? En todo caso, este sistema parece funcionar para ellos y no hay necesidad de cambio alguno.
El resto de cóndores aceptan las órdenes del cóndor ciego y se encuentran dispuestos a satisfacer sus necesidades y a seguir sus instrucciones. Un ejemplo de esto yace en el hecho de que el cóndor ciego elige lo que desea almorzar: el corazón del hombre y sus testículos. ¿La razón? Desea volar, desea morir haciendo aquello que lo vuelve majestuoso.
El hecho de que Amarga, la hembra del grupo, deba pasar con el cóndor ciego también constituye una estructura de poder. Pero esta estructura parece recaer en la tradición de un patriarcado, en la figura del hombre como dueño y señor de las decisiones, de los roles que debe jugar cada cóndor dentro de su grupo.
No es posible pasar por alto las descripciones del vuelo del cóndor ni tampoco el hecho de que se alimentan de cadáveres. La primera puede ser una alusión a la majestuosidad y poder de este animal, rey de los Andes; mientras que la segunda puede ser una semejanza a la figura del vampiro empleada por Marx. ¿Acaso el cóndor, al igual que el vampiro, es un símbolo del capital y de explotación y aprovechamiento de las masas? No lo creo, en realidad, considero que justamente en este punto radica la diferencia. Mientras que el cóndor se alimenta de los muertos y de cierta forma realiza una especie de ritual de agradecimiento por la comida, el vampiro se aprovecha de los vivos y además los convierte en seres que oscilan entre la vida y la muerte: muertos vivientes.
El capital se encuentra representado en la Hacienda Ingachaca, donde los indios se encuentran marcando el ganado. Sin duda alguna esta hacienda es una alusión a los grandes latifundios existentes en Latinoamérica durante la época. Al igual que los cóndores, los indios aceptan su posición dentro de la sociedad y los roles a los que son sometidos. Pero el latifundio no solamente implica explotación, sino también propiedad privada. El latifundio representa en gran medida la lucha de clases de la que tanto habla Marx, la opresión del débil. A diferencia del cóndor, puesto que si bien existe una estructura de poder dentro del grupo, jamás se manifiesta signo alguno de explotación, maltrato o subyugación entre sus miembros.
Es claro que el poder que ejercía el cóndor ciego dentro de su grupo no “succionaba” la vida de aquellos que de él dependían. Tanto así, que durante la majestuosa muerte del cóndor, el resto del grupo evocan con melancolía la sabiduría que les entregó, las enseñanzas que dejó. Como si el cóndor ciego hubiera sido en realidad una figura ejemplar. Este líder erudito y empático, permite que la estructura de poder dentro del grupo de cóndores se mantenga, puesto que nadie tiene la necesidad de un cambio.



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