El cóndor ciego: aproximación desde el
marxismo
César Dávila Andrade
El cóndor ciego es
probablemente una de las obras maestras de César Dávila Andrade. A partir de
Agustín Cueva y de su interpretación de los cuentos de Dávila Andrade, es
posible comprender de mejor manera la figura del cóndor dentro de este cuento. La
parte de mayor interés reside en el hecho de que el cóndor logra superar el
tiempo y el espacio y en cierta forma derriba esta oposición de orgánico vs.
inorgánico. También llama la atención que el cóndor, en la cultura ecuatoriana,
representa al mito.
Ahora bien, la trama del
cuento gira alrededor de un grupo de cóndores, especialmente alrededor de los
últimos días de vida del cóndor líder. Es posible que el cuento pueda ser
analizado desde el marxismo si se toma en cuenta las relaciones de poder que se
establecen a lo largo de la obra. Así, observamos que el cóndor viejo es el
líder del grupo y que este se encuentra estructurado de manera jerárquica. El
cóndor ciego lidera el grupo debido a su sabiduría, a su edad. En esta
estructura de poder nadie parece querer sublevarse ya que los otros cóndores
aceptan plácidamente su posición dentro del grupo y jamás cuestionan el poder
que ejerce el viejo cóndor. ¿Acaso sea porque los cóndores no conocen otro modo
de vida? En todo caso, este sistema parece funcionar para ellos y no hay
necesidad de cambio alguno.
El resto de cóndores
aceptan las órdenes del cóndor ciego y se encuentran dispuestos a satisfacer
sus necesidades y a seguir sus instrucciones. Un ejemplo de esto yace en el
hecho de que el cóndor ciego elige lo que desea almorzar: el corazón del hombre
y sus testículos. ¿La razón? Desea volar, desea morir haciendo aquello que lo
vuelve majestuoso.
El hecho de que Amarga, la
hembra del grupo, deba pasar con el cóndor ciego también constituye una
estructura de poder. Pero esta estructura parece recaer en la tradición de un
patriarcado, en la figura del hombre como dueño y señor de las decisiones, de
los roles que debe jugar cada cóndor dentro de su grupo.
No es posible pasar por
alto las descripciones del vuelo del cóndor ni tampoco el hecho de que se
alimentan de cadáveres. La primera puede ser una alusión a la majestuosidad y
poder de este animal, rey de los Andes; mientras que la segunda puede ser una
semejanza a la figura del vampiro empleada por Marx. ¿Acaso el cóndor, al igual
que el vampiro, es un símbolo del capital y de explotación y aprovechamiento de
las masas? No lo creo, en realidad, considero que justamente en este punto
radica la diferencia. Mientras que el cóndor se alimenta de los muertos y de
cierta forma realiza una especie de ritual de agradecimiento por la comida, el
vampiro se aprovecha de los vivos y además los convierte en seres que oscilan
entre la vida y la muerte: muertos vivientes.
El capital se encuentra
representado en la Hacienda Ingachaca, donde los indios se encuentran marcando
el ganado. Sin duda alguna esta hacienda es una alusión a los grandes
latifundios existentes en Latinoamérica durante la época. Al igual que los
cóndores, los indios aceptan su posición dentro de la sociedad y los roles a
los que son sometidos. Pero el latifundio no solamente implica explotación,
sino también propiedad privada. El latifundio representa en gran medida la
lucha de clases de la que tanto habla Marx, la opresión del débil. A diferencia
del cóndor, puesto que si bien existe una estructura de poder dentro del grupo,
jamás se manifiesta signo alguno de explotación, maltrato o subyugación entre
sus miembros.
Es claro que el poder que
ejercía el cóndor ciego dentro de su grupo no “succionaba” la vida de aquellos
que de él dependían. Tanto así, que durante la majestuosa muerte del cóndor, el
resto del grupo evocan con melancolía la sabiduría que les entregó, las
enseñanzas que dejó. Como si el cóndor ciego hubiera sido en realidad una
figura ejemplar. Este líder erudito y empático, permite que la estructura de
poder dentro del grupo de cóndores se mantenga, puesto que nadie tiene la
necesidad de un cambio.
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