Análisis
y formas de El Gran Inquisidor de Dostoievski
Les
probaremos que son débiles niños,
pero que la felicidad de los niños tiene
particulares encantos
Los Hermanos Karamazov, F. Dostoievski
La obra maestra
de Dostoievski, Los Hermanos Karamazov, no
solamente es una de las obras más emblemáticas del siglo IX, sino que también
ha ocasionado en mí cierta clase de secreta obsesión. Considerada un texto
polémico e influyente, retrata la historia y las relaciones familiares entre un
padre y sus cuatro hijos. Inspirada en la Rusia de 1800, la obra ha sido de
vital importancia para comprender aspectos intrínsecos de la naturaleza humana.
El presente ensayo pretende ser un breve recuento de la postura y análisis de ciertos
críticos respecto al pasaje de El Gran
Inquisidor. Debo advertir al lector que el presente trabajo no agota las
posibilidades de interpretación del capítulo mencionado. Al contrario, pretende
dar a conocer ciertas posibilidades y alcances de la obra, no por ello agotando
las aristas de estudio.
Debo admitir
que desde que descubrí esto texto, ha sido un reto tratar de analizarlo e
interpretarlo totalmente. Acaso se trata de una tarea sin fin ni sentido. Han
pasado los años y sigue ahondando en las profundas aguas del capítulo de El Gran Inquisidor. Sobre esta capítulo
debo recalcar que mucho se ha escrito, obras enteras inspiradas en las
revelaciones de El Gran Inquisidor, análisis
detallados y profundos y críticas a nivel mundial. Lo que puedo asegurar es que
día a día descubro distintas perspectivas y corrientes interpretativas de
Dostoievski. Esto me ha llevado a pretender recapitular ciertas posturas de
interés.
El Gran Inquisidor es una incesante búsqueda de la verdad.
Lo que pretende el autor probablemente resida en ahondar respecto a un argumento
válido para justificar aquella imperiosa necesidad de veneración a la autoridad
que caracteriza al ser humano. Al mismo tiempo, constituye una de las críticas
más arduas a la institución que ha modelado la humanidad: la Iglesia católica. Por
otro lado, es claro que los personajes principales de la obra pueden ser
analizados desde una perspectiva psicoanalítica. Existen también aquellos que
alegan que el contenido de la obra es netamente filosófico. Probablemente lo
que más me atrae en este punto de mi vida es el análisis de aquello que el
autor calla y no dice al lector. Es decir, a través de esta tarea buscaré como
objetivo último, descifrar el subtexto de El
Gran Inquisidor.
Este apartado
de Dostoievski constituye la narración del poema de Iván Fiodorovitch; segundo
en la línea de sucesión, con grandes inclinaciones intelectuales y claramente
ateo y escéptico. El oyente en este caso resulta ser Aliocha, hermano menor e irónicamente
seminarista. El poema sitúa al lector durante la Edad Media y el oscuro
episodio de la Inquisición. De hecho, la trama inicia a partir del descenso de
Jesús a la Tierra donde es detenido inmediatamente por la misma escolta del
Santo Oficio y conducido a una celda en donde tiene un encuentro con la
autoridad máxima de la Iglesia Católica: el Gran Inquisidor.
En cuanto a la
estructura semántica de este capítulo, Kressova admite que el texto sigue las
reglas de la retórica clásica. Así, es posible percatarse del exordio, la
exposición, la argumentación y el epílogo. Asimismo, es necesario reconocer el
tinte fantástico del texto y su cercanía al género dramático.[1]
Es en este punto donde me gustaría jugar con el lenguaje de oposición que
Dostoievski despliega. Es claro que el texto es fantástico, pero parecería que el
contenido filosófico implica una visión sumamente realista. Al mismo tiempo, el
autor emplea un lenguaje binario: Aliocha el religioso versus Iván el
escéptico, el Gran Inquisidor perverso versus el preso, fiel representante del
amor y cómo olvidarse del discurso de la autoridad eclesiástica versus el
silencio de Jesús. Este curioso juego de palabras permite que el lector cree un
retrato nítido de aquello que se encuentra sucediendo en el capítulo.
El análisis de
los textos de Dostoievski generalmente se centra en la construcción de los
personajes como un reflejo autobiográfico de vivencias y experiencias del propio
autor. Varios críticos han manifestado la importancia para el literato ruso de
la construcción del personaje. Así, Barros asegura que “Dostoievski tenía
interiorizados a todos sus personajes (…) y que su caracterización discursiva
era una tarea a resolver son anterioridad a la redacción de sus novelas.”[2]
Por esta razón, cada personaje que incursiona en las obras de Dostoievski,
merece un análisis minucioso. A manera de ejemplo, en el personaje de Iván, el
lector puede observar de primer plano un hombre reflexivo en una búsqueda
desesperante por comprender la maldad existente en el mundo. En el caso del
Gran Inquisidor, esta figura representa los deseos de la humanidad: pan,
milagro y poder.[3]
Debo admitir
que la estructura de los personas me perpleja. Es cierto que el lenguaje que
emplea Dostoievski es claramente binario; no obstante, me cuesta descifrar cuál
personaje tiene oscuras intenciones o cuál de ellos refleja la bondad. Es en
este punto donde el escritor ruso prueba su valía de mímesis de la naturaleza
humana: ningún hombre es completamente bueno o completamente malo y son las
áreas grises donde el autor puede desplegar su creatividad.
Es González
Blanco quien pretende acercarse al mensaje de El Gran Inquisidor a partir de una perspectiva social. El crítico
observa que la descripción de las tres tentaciones de Jesús en el desierto constituyen
un verdadero aporte del autor en cuanto implica revelar las reglas o leyes de
la convivencia social. De esta manera, Cristo en el desierto renuncia a los
milagros para saciar sus necesidades. Parece ser que el Salvador todo lo
sacrifica para que el hombre sea libre. Yo me pregunto, ¿en realidad el hombre
quiere libertad y las consecuencias que se despliegan a partir de esta? Si es
así, es claro que la humanidad ha limitado o ha cedido en cierta forma su
libertad a través de la figura del contrato social.
Por su lado, López
destaca el tema de la libertad como argumento central de este pasaje. De hecho,
el crítico manifiesta que “el drama de la libertad reside en la duda e
incertidumbre que genera el ejercicio de decidir y elegir.”[4]
Son muchos los críticos que se suman a manifestar que la búsqueda de la verdad
y por ende de la certeza, son acaso las interrogantes cruciales de la
existencia. Parecería ser que la misión de Dostoievski es aceptar la existencia
de la interioridad humana y es en este punto donde cada palabra empleada
“muestran los estados y contenidos del espíritu.”[5]
A lo largo de
este análisis, sería imposible saltarnos el rol de la Iglesia Católica. El Gran Inquisidor da cabida a un
verdadero estudio fenomenológico de lo religioso en el hombre. Para Segura, la
Iglesia representa el ente al cual se le entrega el poder, la institución que
es capaz de someter al hombre. Con este fin, la Iglesia posee lo que la
humanidad entera desea: la capacidad de asegurar al hombre un puesto en el
Cielo asegurado para la vida eterna.[6]
En lo personal me obstino a creer que la crítica de Dostoievski se reduce a la
Iglesia. Verdaderamente creo que se trata de una observación realizada a toda
institución que busca perpetuar la autoridad y el poder.
En un proceso
de deconstrucción, Segura admite que a primera vista parecería que El Gran Inquisidor no es más que una crítica
a la Iglesia; no obstante, el verdadero contenido del texto reside en aquello
que no se dice. Para la crítica, la leyenda del Gran Inquisidor “representa la
autorevelación de Iván y la explicación de la relación en que se encuentra con Dios,
en cuanto procura justificarse a sí mismo.”[7]
Al poder darle la vuelta a una interpretación inicial, esta crítica logra
consolidad otro argumento válido. Así, ante la desgracia en el mundo Iván
pierde la fe y se vuelve ateo. Una forma de argumentar esta decisión de
negación de la autoridad, crea el presente poema, como si se tratara de un
deslinde de responsabilidad por la decisión tomada. Debo admitir que jamás había
pensado en esta posibilidad de interpretación y que definitivamente me llama la
atención el análisis psicológico del personaje para poder llegar a esta
conclusión.
Existen
aquellos críticos que afirman que El Gran
Inquisidor representa la crisis de la cultura Occidental, sumida en un
conflicto de falsa espiritualidad y materialismo.[8]
Así, estos críticos manifiestan que todos los personajes de Los Hermanos Karamazov se encuentran
entre la dicotomía planteada entre espiritualismo versus materialismo. Iván,
por ejemplo, niega sus creencias en la religión católica pero parecería que no
por ello renuncia por completo a su espiritualidad. Este análisis plantea el
texto como si se tratara de un campo de batalla en lo cual se juega el destino
mismo de la humanidad. Así, Aliocha es el perfecto rol de la espiritualidad y
de la bondad, ¿pero acaso existe tal ser humano que pueda decirse es
completamente bueno?
Es el crítico Riemer
alega que el pasaje se centra en aspectos primordiales como al libertad y el
sufrimiento que esta conlleva. Más allá de este análisis, Riemer manifiesta que
El Gran Inquisidor revela que el
hombre no necesariamente tiene por fin último la felicidad, sino que es claro
que lo que la sociedad anhela es el mantenimiento del status quo. Es decir, podría
afirmarse que este capítulo representa un ataque al ejercicio gubernamental y
al poder que se ejerce a través de esta institución. El autor alega que el
texto implica una postura claramente en contra de la democracia socialista que
somete al hombre y que no le permite actuar en libertad (como si tal cosa
existiera).
Quisiera
terminar con un análisis propio, conforme a las teorías críticas literarias
feministas. Es curioso pensar que absolutamente todos los personajes de la obra
de Dostoievski son varones. En realidad, no se hace alusión alguna a la femineidad.
Dios es hombre, Jesús es hombre y en ningún momento se duda que el Gran
Inquisidor pueda ser una figura del sexo opuesto. No se puede pasar por alto
que Iván y Aliocha, verdaderos protagonistas de la historia, son hombres. Acaso
en el contexto social del autor la mujer no jugaba un rol preponderante. Parecería
ser que temas tan delicados de la humanidad como lo son la libertad y la
sumisión son completamente restringidos para la población masculina.
El tema en cuestión
de El Gran Inquisidor yace en la
libertad de la humanidad y en esa inevitable sumisión y búsqueda de una
autoridad a quien delegar cierta responsabilidad. De hecho, en eso se basa el
contrato social que a manera invisible todos hemos accedido a firmar con el fin
de convivir en paz. Debo afirmar que la naturaleza humana representa un
continente oscuro como diría Freud, y que las posibilidades de comprensión no
llegarán nunca a definir la verdadera esencia de la humanidad.
Muchos
manifiestan que este capítulo de Los
Hermanos Karamazov, en realidad no es capítulo alguno que concierne a la
literatura sino que entra dentro de las arenas de la filosofía. Afirmación
válida aunque debatible puesto que esto nos lleva a preguntarnos hasta qué
punto llega la literatura y hasta cuál la filosofía. Lo cierto es que, en el
caso de El Gran Inquisidor, se
mezclan varias áreas ya sean estas la literatura y la filosofía, la fantasía y
la realidad, la bondad y el mal, la libertad y la sumisión.
Si algo he
aprendido del poema de El Gran Inquisidor
ha sido a comprender el vasto conocimiento que contiene cada texto y a
resignarme serenamente a no entender y conocer todo. En realidad, el texto no
se agota jamás ya que una obra maestra no tiene límites de interpretación. Definitivamente
cada lector absorbe aquello que le conviene al momento, aquello que necesita
imperiosamente. Por ello creo que para mí, El
Gran Inquisidor representa aquello que admití en el primer párrafo del
documento: una búsqueda incesante de la verdad respecto a la naturaleza humana.
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[2] Barros, B. Retórica y
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[3] Mosto, M. La leyenda
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[4] López, S. El Gran
Inquisidor o los buscadores de certeza. Instituto Tecnológico Autónomo de
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[5] Gutiérrez, M. El Gran
Inquisidor, la angustia por la libertad. Universidad de Chile: Revista de
Filosofía, No. 13, Año 13, p. 49.
[6] Segura, C. Ética y
religión en el Gran Inquisidor de Dostoievski. Chile: Universidad de San
Sebastián, p. 136.
[8] Slawomir, M. The individual and nothingness (Stavrogin: a Russian interpretation). Springer,
2010, p. 43.
El terror y la perplejidad que sufre una persona al darse cuenta de que el propósito de la fe no es el "estar bien todo", sino el conocimiento del Dios mismo, así eso implique alguna forma de sufrimiento. Y de hecho lo implica, el tener conocimiento de que Dios se halla más allá de lo religioso como institución, le propone al ser humano caminar por el delgado hilo de la creencia honesta, y todo lo que tiene en sus manos ahora depende de sí mismo. Si Dios existe, ayuda al ser humano al momento de desprenderse, pero si Dios no existe, ¿te imaginas el terror al soltarse en esa libertad y hallar la nada?
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