César Dávila Andrade: sus obsesiones y
símbolos
Agustín Cueva
Agustín Cueva tiene como
objetivo analizar la obra de Dávila Andrade. Así, Dávila Andrade destaca por su
literatura que nace a partir de un “sentimiento primario de pesadez biológica.”
Parecería ser que los héroes en estos cuentos no se desarrollan entre la
sociedad, sino que la tensión es dentro de cada uno de ellos. Héroes atípicos
que luchan sus propias batallas, que se hunden en su propia miseria.
Cueva analiza ciertas
obsesiones de Dávila Andrade y pretende descifrar los símbolos empleados por el
escritor. Así, se enfoca principalmente en la oposición que surge de lo
orgánico vs. lo inorgánico y la incesante búsqueda de Dávila Andrade de superar
estos conceptos. Lo que Dávila Andrade busca es encontrar un personaje que sea
un reflejo de la vida y de lo humano pero que no perezca ni se corrompa. Es
interesante comprender el lenguaje empleado por Dávila Andrade a lo largo de
los “Trece relatos” y más interesante aún es volver a leer cada cuento
conociendo un poco sobre el trasfondo de dichas palabras. Así por ejemplo, la
muerte para Dávila Andrade constituye la putrefacción física y por eso se
relaciona en gran medida con la carne, el líquido tiene propiedades curativas y
la gordura se relaciona con la putrefacción y por ende con lo malo.
También llama la atención
la idea del destino que se encuentra reflejada en la obra de Dávila Andrade. Se
trata de una posición en la cual el hombre no puede huir de su destino, la
muerte. En “El último remedio” es claro que se recalca esto en cuanto el
hombre, pese a haber intentado todos los remedios, perece a causa de una
extraña enfermedad. Y esta muerte se refiere expresamente a la putrefacción
carnal del cuerpo del personaje.
Con la figura del cóndor,
Dávila Andrade logra vencer al espacio y al tiempo mediante la creación de una
figura que es “un eslabón entre lo animal y lo mineral”. Así, la supuesta
oposición entre lo orgánico y lo inorgánica se ve superada con el cóndor. Es
también interesante admitir que “El cóndor ciego” constituye un mito
ecuatoriano. En cuanto al rol de la mujer, Dávila Andrade logra resaltar una
característica esencial de esta en sus cuentos: su naturaleza maternal. Así,
las mujeres cumplen un rol de madre, a pesar de ser compañeras por ejemplo. Otro
símbolo de Dávila Andrade son las iglesias. Sorprendente puesto que a pesar de
ser un lugar de refugio, para Dávila Andrade Dios no existe a menos que sus
personajes lo crean así.
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