El
Capote
Nikolai
Gógol
El Capote es
una novela escrita por el ruso Gógol que contiene varios aspectos llamativos. Este
análisis se realiza a partir de una primera lectura rápida en la cual pretendo
realizar un entendimiento propio de la obra. Posteriormente, se llevará a cabo
la lectura de Eichenbaum que permite una reflexión más profunda de esta novela.
En lo personal,
considero que el estructuralismo es una corriente utópica al pretender buscar
un lector ideal que no tenga ningún tipo de influencia, perjuicio o contexto
social al momento de leer la obra. Es por eso que previo a leer la novela, yo
como lectora, realicé de manera inconsciente un ejercicio: traté de ubicarme en
el contexto social e histórico de la obra con el fin de adentrarme en el
relato, en la descripción de los personajes, tiempo y espacio. En realidad no
sé si este ejercicio que realizo siempre sea el adecuado o sea aceptable para
criticar obras literarias pero lo que sé es que me resulta más práctico al
momento de entender a los personajes y a la trama de la historia.
En fin, para
leer a Gógol me adentré en la literatura rusa y también en la cultura de esta
sociedad, cosa que en realidad resultó curiosa por la falta de importancia del
argumento de la novela (este aspecto será analizado más tarde y constituyó un
completo cambio de paradigma para mí).
Para empezar,
noté que el narrador cuenta la historia a la audiencia o al lector de una
manera coloquial, se podría decir que hasta se trata de una narración completamente
informal. A lo largo de esta narración, el tono tiene gran relevancia en cuanto
el narrador se permite hacer disquisiciones acerca de la moral de la sociedad
rusa de la época, presentar a los personajes y pequeños pedacitos de su
historia o hasta contar anécdotas que nada tienen que ver con la línea que
sigue el texto. Así, Gógol realiza una obra revolucionaria en cuanto de una
anécdota simple reconstruye un relato completamente memorable.
El narrador
cuenta un suceso en la vida de Akakiy Akakievich, un funcionario público de un
departamento ministerial que nunca se menciona. Pareciera que la falta de
información se debe a un descuido del autor; sin embargo, los borradores del
texto demuestran que la intención de Gógol justamente era ésa. Sin más
digresiones, el autor provee ciertas características de este protagonista de
“quien apenas si se puede decir que tenía algo de particular.” Gógol presenta a
un personaje central que no es un héroe ni un villano, ni siquiera se trata de
alguien memorable. Akakievich es un mero funcionario público y para el colmo su
posición difiere en gran medida de un puesto de importancia.
A continuación,
se relatan ciertos eventos de la vida de Akakievich como el origen de su
nombre, el significado de su apellido y un sinfín de singularidades que a
primera vista carecen de importancia. Akakievich se desempeñaba en su cargo de
copista de manera impecable. Es cierto que copiaba a la perfección pero también
es cierto que no demostraba habilidad para ninguna otra tarea. Por esta y
muchas razones más, sus compañeros de trabajo encontraban en él un objeto
perfecto para sus burlas. Cuando esto sucedía, el pobre bajaba la cabeza y a
menos que se trate de alguna burla que le impida seguir con su trabajo,
simplemente ignoraba los comentarios.
Cabe recalcar
la falta de interés del protagonista en cualquier tipo de evento social. Nunca
iba al teatro o a fiestas. Su única pasión era la de copiar y se puede ver en
la personificación de Akakievich ese espíritu de resignación de aquellas
personas que se alegran con la simpleza de sus vidas.
Un día,
Akakievich siente un dolor en su espalda y en su hombro cuyo origen se
encuentra en la falta de utilidad de su capote. Aquí es importante mencionar
que el frío de Petersburgo es un elemento primordial del relato y se despliega
a lo largo de este. A causa del imperioso frío que se acercaba, el protagonista
cae en cuenta de la importancia de arreglar el capote. Acude a la casa de
Petrovich para que este remiende su abrigo. Estos intentos son vanos ya que dos
veces (una sobrio y otra con una resaca insoportable) Petrovich se niega a
arreglar el capote. Al contrario, convence a Akakievich a invertir en un nuevo
capote que él mismo crearía.
Es este punto
el que marca un antes y un después de esta novela. La decisión de pagarse un
nuevo capote cambia completamente a Akakievich, demostrando la relevancia de
este evento en la vida del funcionario
público. Para poder costear el capote, el protagonista se priva de muchas
necesidades básicas y aprende el significado del sacrificio con fin de adquirir
un bien material.
Dos semanas se
tarda Petrovich en realizar el capote y cobra la módica suma de doce rublos.
Akakievich definitivamente ve su sueño cumplido en el capote. ¡Es todo lo que él
esperaba y más! Este evento es de tan importancia en el relato que gracias al
nuevo capote se realiza una reunión en casa de un funcionario. Akakievich
decide ir no sin antes presentar varias excusas. Para llegar al lugar,
Akakievich debe recorrer toda la ciudad y en este punto se juega con un
elemento esencial: la luz. El protagonista debe salir de la oscuridad que
representa su hogar y dirigirse a la luz que representa el hogar de los ricos. Al
llegar allí, Akakievich toma dos copas y decide regresar a casa.
En el camino a
casa, Akakievich es víctima del robo del capote. Así como el capote fue su
mayor alegría, la pérdida de este resulta para el protagonista su peor
desgracia. Akakievich realiza múltiples diligencias para recuperar el abrigo,
todas de estas infructuosas. Hasta acude a un alto funcionario, quien a pesar
de tener un buen corazón lo trata de manera despiadada por no seguir el proceso
adecuado. Cansado y sin su capote, el protagonista enferma y muere.
Pero este no es
el final del relato. Gógol sorprende al lector para relatar un final que
incluye un fantasma en busca de su capote, admitiendo que se trata de un
desenlace un tanto fantástico. El fantasma deja de realizar apariciones cuando
se roba el capote del general.
Comentario personal:
A lo largo del
resumen del relato he emitido ciertos comentarios. Algo que me llama la
atención de la novela es que si bien podría ser tratada como realista, no lo
es. Esto me confundió al principio pues consideré que se trataba de una obra
del realismo en cuanto relataba y describía la sociedad rusa de la época, los
vicios como el alcohol, criticaba la extrema burocracia o recalcaba el frío
como elemento crucial en la vida cotidiana de cualquier ruso. ¡Qué lejos me
encontraba de una verdadera interpretación a la obra de Gógol! Es cierto que
todos estos elementos se encuentran presentes a lo largo de la obra, pero Gógol
no pretende desarrollar un argumento sino presentar un relato directo en el
cual los mínimos detalles resultan ser lo más importante. Creo que esta es la
gran magia de este relato y el logro del autor.
Esta novela (no
se llama así en español sino que simplemente traduje el término francés e
italiano) es una sátira. Desde la presentación de los personajes hasta la
descripción de lugares o eventos pretenden ser cómicos. Esto se muestra
claramente en la importancia del capote a lo largo de la historia. Tan relevante
es el abrigo que cambia completamente al personaje principal la simple idea de
adquirir un capote nuevo. Un evento que sería irrelevante para muchos,
constituye la trama principal del relato.
También me
sorprende las críticas que se realizan a la sociedad rusa a lo largo de la
obra. Si bien probablemente este no era la intención del autor, el lector
rescata ciertas críticas fuertes a la extrema burocracia, a las instituciones
como la policía y a la humanidad. Este último me asombra puesto que Gógol
permite analizar a aquellas personas que se burlan del más débil o que escogen
a una víctima de sus bromas con el fin de sentirse superiores.
Más allá de
esto, la mera existencia del protagonista pareciera carecer de importancia para
sus allegados. Tanto así que a la muerte de Akakievich sus compañeros no
lamentan la pérdida sino que simplemente lo reemplazan por otra persona. Esto
me recuerda un poco a la muerte de Gregorio Samsa en La Metamorfosis, hecho que
constituye un alivio para sus familiares. Como si en vez de contribuir en algo,
tanto Samsa como Akakievich simplemente hubieran sido poco más que un estorbo
para sus cercanos. No tan cierto en Akakievich, pero hago esta burda
comparación con el fin de denotar la carencia de importancia que implicaba la
existencia del protagonista para sus allegados. Este elemento constituye una
clara deshumanización del hombre.
Así, en medio de
eventos cómicos – desde la elección de nombres hasta las anécdotas – Gógol
convierte el relato entero en una sátira que contiene ciertos elementos
aleccionadores. El autor logra mezclar comedia con un poco de tragedia –el
lector en realidad siente compasión al leer de la pérdida del capote-. Logra
también criticar a varias instituciones rusas – la burocracia, los altos
puestos de los funcionarios, la manera en que deben portarse las personas
importantes para “hacerse respetar”, entre otros-. Todo esto a través del
relato de una simple anécdota de un abrigo.
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