martes, 7 de junio de 2016

Frontispicio

FRONTISPICIO


Nací en el siglo de la defunción de la rosa
cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Todo ha pasado ya, en sucesivo oleaje,
Como las vanas cifras de la espuma.
Y el recuerdo es apenas un nenúfar
Que asoma entre dos aguas

El poema de Jorge Carrera Andrade parece emitir una queja, un sollozo melancólico que atraviesa el aire. Como el título evoca, esta obra no pretende acceder a una audiencia o tener un público determinado sino que su mera existencia ya constituye un consuelo. Podría tratarse de un viaje realizado desde la Sierra ecuatoriana a la Costa a través de recuerdos, vivencias y experiencias de una grandiosa niñez que queda atrás para dar paso a la adultez.

Los seis versos a los que hago referencia se encuentran gravemente influenciados por sentimientos nostálgicos de tiempos perdidos, de épocas mejores. Las palabras expresan una suerte de resignación a aquello que se encuentra en el pasado, pero también una suerte de añoranza por lo que quedo atrás. Como todo en la vida pasa, así han pasado momentos caracterizados por la inocencia de la infancia. Y es la invocación al oleaje la que permite al lector adentrarse en un suave ritmo en el cual puede rememorar sentimientos vividos. Así, el lector se ve llevado a recordar eventos o sucesos que alguna vez fueron importantes y que el tiempo se los llevó.

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