Una habitación propia
Virginia Woolf
Esta obra de Woolf es un
verdadero clásico al momento de adentrarnos dentro de la teoría feminista. Tuve
la oportunidad de leer a Woolf hace algunos años. Esta obra en especial la he
vuelta a releer a través del tiempo y puedo afirmar que cada vez me adentro un
poco más en su verdadero alcance. A continuación presento un análisis que
realicé sobre la obra el año anterior y posteriormente pasaré a comentar
ciertos aspectos nuevos que he encontrado a partir de una nueva lectura.
A
través del ensayo “Una habitación propia”, la escritora inglesa logra dar
respuesta a un tópico de gran interés y escaso estudio: la mujer y la novela.
Mundialmente reconocida, Woolf es un baluarte de la literatura femenina y no
deja de sorprender con sus múltiples obras. “Una habitación propia” penetra la
realidad de una sociedad patriarcal en la cual nadie se atreve a buscar la
verdad por la cual la mujer que se dedica a las letras se ha encontrado
limitada en gran medida a lo largo del tiempo. Por medio de un recorrido
histórico, la escritora logra que el lector descubra los gravámenes que la
misma sociedad ha impuesto a la mujer entregada al arte. Woolf hace uso del recurso narrativo del flujo
de conciencia y consigue recabar en las posibles causas materiales que han
condicionado la libre expresión artística femenina.
Para
empezar, la autora emplea la primera voz con el fin de conseguir un efecto
personal. Es por eso que el ensayo se trata de un recorrido de la mano de
Woolf. Así, el primer capítulo retoma las reflexiones iniciales de la autora y
las interrogantes originales con respecto a las mujeres y la novelas escritas por
este género. Para esta tarea, las cavilaciones de la escritora transcurren a lo
largo de diferentes espacios.
El
empleo de múltiples espacios por los cuales el “yo” personal transita es de
gran relevancia por varias razones. En primer lugar, permiten al lector recrear
la realidad física de la autora y el contexto histórico en el cual se
desarrolla la historia. Además, el paso por los jardines pacíficos de Oxbridge,
el rechazo de entrada a la biblioteca de la famosa universidad, la conversación
con Miss Seton, la comida servida en Fernham, las estancias del British Museum,
entre otras localidades, son escenarios importantes como pruebas cabales de la
tesis sostenida por Woolf. Las mujeres, por tanto tiempo posicionadas en un
rango inferior a los hombres, han sido supeditadas y limitadas en gran medida
dentro del área del conocimiento.
Es
imprescindible hacer reparo en dos espacios contrastados: la universidad de
Oxbridge y la universidad de Fernham. De manera sutil, Woolf pretende
determinar el alto grado de diferenciación entre ambos centros educativos. Así,
en Oxbridge –universidad de hombres- la entrada se encuentra limitada como si
se tratara de un club privado y la comida es sumamente exquisita. Por el
contrario, en Fernham –instituto femenino-, la entrada es libre y los alimentos
proporcionados son ordinarios. Esta observación permite a la autora inferir que
en realidad, “Inglaterra se halla [ba] bajo un patriarcado”.[1]
Con
el fin de dar una respuesta cabal al tema de las mujeres y las novelas, la autora
se remonta a un estudio de la mujer a lo largo de los siglos. Así, comprueba
con asombro que los hombres han escrito en gran medida sobre la mujer.
Opiniones divididas son el resultado del análisis. No obstante, llama la
atención la obra titulada La inferioridad
mental, moral y física del sexo femenino[2]. Una
obra con semejante contenido solamente pudo haber sido escrita por una mente
llena de cólera. Woolf, se cuestiona la causa de esta ira, para descubrir
estupefacta que no se trata sobre la inferioridad de la mujer sino por el
contrario, se trata de demostrar la superioridad del hombre.[3] Es
decir, el hombre necesita confianza suficiente y un alto ego para triunfar en
la sociedad. Es por esta razón que la mujer ha ocupado un lugar recluido en la
historia. En este sentido, la reivindicación de la mujer no puede significar
otra cosa que la caída del hombre.
En
conformidad con la autora, la mujer que se dedica al arte requiere de
condiciones materiales para lograr una carrera exitosa. Así, por ejemplo, la condición
económica de la mujer es imprescindible si esta quiere dedicarse a la
literatura. En el caso de Woolf, la herencia dejada por su tía Mary Beton
contribuyó en gran medida para alcanzar un estado de seguridad en el cual se
podía dedicar libremente a la actividad escogida. Por esta razón, decidir la
importancia entre el derecho al voto y el dinero, es cuestión fácil para la
escritora. El dinero tiene mayor relevancia puesto que los ingresos fijos
aplacan la lucha por la supervivencia y el odio y la amargura que una mujer
puede tener contra el otro sexo.[4] Es así
que una mujer que tiene ingresos económicos no depende de nadie, ni necesita
aprobación alguna, gozando de “la libertad de pensar directamente en las
cosas.”[5]
La
cuestión de la pobreza femenina no acaba en la explicación personal de la
autora. El verdadero misterio reside en la falta de literatura femenina durante
siglos pasados. Por supuesto, la mujer ocupaba un rango inferior y no poseía
“ni el talento ni la habilidad” para escribir. Además, el contexto histórico no
permitía a la mujer desarrollar estas capacidades. La mujer se encontraba
obligada únicamente a casarse en el apogeo de la juventud, a tener una cantidad
innumerable de hijos y al cuidado del hogar.
Otro
factor relevante para la creación literaria es el estado mental de la mujer. Es
conocido que para ser una escritora de renombre se debe gozar de un estado
mental propicio para estimular la imaginación. Las pocas mujeres que poseían
una situación económica acomodada y gozaban del lujo de la educación, eran
duramente reprochadas por la sociedad en caso de querer dedicarse a las letras.
Por lo tanto, la mujer no poseía el estado mental “propicio al trabajo creador”[6] debido a
las hostilidades sociales y a las arduas críticas. No cabe duda de que una
mente empujada por la ira y la cólera no puede crear una obra “entera e
intacta”.
Finalmente,
un elemento imprescindible para desarrollar una profesión artística es la
“habitación propia”. Este es un lugar donde no existan interrupciones, un espacio
de paz y estimulación. Sin embargo, tener un espacio propio era totalmente
inusual para una mujer pues tenía que compartir la sala común con los miembros
de la familia.
Es
así que antes del Siglo XIX, los obstáculos reales que la mujer debía enfrentar
para dedicarse a la literatura eran tales que resulta improbable que existan
grandes obras literarias femeninas o prototipos de escritoras. Ante tal
represión, la mujer optó muchas veces por el anonimato.
Para
terminar, Woolf destaca el rol de Aphra Behn como una escritora que hizo de la
literatura su estipendio mensual. Así, esta mujer logra demostrar que a cambio
de un pequeño salario, es posible dedicarse a escribir. A partir de Behn, “la
mujer de la clase media empezó a escribir.”[7] Es
decir, la autora admite que es necesario algún tipo de remuneración económica
para que la mujer pueda escribir libremente. Si estas condiciones se dan, la
literatura femenina florecería en gran medida.
Como
conclusión, “Una habitación propia” es un ensayo magnífico que logra resaltar
el escaso rol de la mujer en la literatura de antaño. A través del flujo de
conciencia, Woolf rescata las causas de esta ausencia de producción literaria.
De esta manera, el dinero, la habitación propia, y la aceptación social son
factores fundamentales para el desarrollo de una escritora.
Bibliografía:
Woolf, V. Una habitación propia. Barcelona:
Editorial Seix Barral, 2008.
Crítica
Considero que es importante
encauzar a Woolf dentro de una de las discusiones sobre la diferencia sexual.
Como lo sostiene Selden, Woolf pertenece a aquellos que abogan que la
diferencia fundamental de sexos recae en las condiciones económicas y sociales.
Así, Woolf se enfoca principalmente en analizar desde este punto de vista la
posición de la mujer en la literatura y las desventajas de esta. Esta determinación es primordial puesto que me
permite afirmar que Woolf no estudia ni profundiza aspectos biológicos, del
discurso o del inconsciente a lo largo de su obra.
Una de las cuestiones que
me intriga en gran medida en esta obra, es la capacidad de Woolf de narrar y de
crear diferencias a partir de la interpolación de múltiples espacios. Creo que para la
época, emplear este recurso literario fue acertado en cuanto permite la ardua
crítica a la sociedad inglesa y a la desigualdad imperante. Es fascinante
también el recorrido histórico por el cual las obras literarias de las mujeres
no fueron conocidas previamente. Esa censura, esa capacidad de inhibir a las
mujeres y de lograr que se sientan inferiores.
Llama
la atención particularmente el juego que Woolf realiza al momento de explicar
la razón por la cual las mujeres fueron subyugadas a través de un discurso de
dominación masculina. Woolf manifiesta que el hombre no tenía por objetivo
desacreditar a la mujer, sino que pretendía abogar por la superioridad del
hombre. Claro que el efecto termina siendo el mismo por un proceso de exclusión
por el cual si el hombre es superior, eso implica que la mujer es inferior. ¡De
nuevo empleando el lenguaje binario!
Por
último, en mi opinión esta obra no es anacrónica en la actualidad. Es imposible
afirmar que existe igualdad de sexos, al menos en nuestros país. ¿Acaso algún
día existirá? No obstante, dentro de la literatura es posible notar que las
escritoras han tomado un papel de reivindicación en las letras y pueden
escribir cuanto tema les antoje. ¿Hasta qué punto esta afirmación es cierta?
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