miércoles, 1 de junio de 2016

Mímesis - Ulises

Mímesis
Erich Auerbach

Capítulo I: La Cicatriz de Ulises
A lo largo del primer capítulo, el filólogo alemán Auerbach pretende analizar a profundidad la obra homérica en contraste con el texto de mayor trascendencia de la historia universal: la Biblia. Auerbach introduce al lector a la obra de la Odisea a través del relato en el cual Euriclea reconoce a Ulises por su cicatriz. La descripción de este evento se realiza de manera ordenada y espaciosa, proporcionando al lector minuciosos detalles puesto que “nada debe quedar oculto y callado.” Con el fin de realizar esto, Homero emplea interpolaciones que crean un “nuevo presente”. Esta acotación resulta interesante en cuanto Homero logra relatar toda la historia en un solo tiempo y espacio: el presente.
Al contrario, el estilo del texto bíblico -en particular el del Antiguo Testamento- difiere en gran medida de la obra homérica. La necesidad de proporcionar todos los detalles y de relatar con exactitud los sucesos, así como de presentar a personajes con todo su bagaje de experiencias previos, es probablemente inexistente en el texto bíblico. Este efecto se conoce como “trasfondo” y con el fin de ejemplificar, Auerbach toma como ejemplo el conocido relato del sacrificio de Abraham en honor a Dios, en el cual el caudillo es Isaac, su hijo. A lo largo de este relato únicamente se describe de manera efímera a los personajes, omitiendo sus sentimientos, sus experiencias, su carácter previo, el lugar de la escena, entre otros factores. Esto se explica al reconocer que Dios es el elemento clave del texto, un “síntoma de su modo de concebir y exponer.”
El “trasfondo” no se limita únicamente a esto ya que penetra también en la psicología de los personajes, su construcción, sus sentimientos intrincados, sus pasiones. Parecería ser que los personajes de Homero son apasionados, mas estas emociones se exteriorizan de manera inmediata. Por otro lado, los personajes de la Biblia gozan per se de una estructura de mayor complejidad en cuanto sus emociones no afloran inmediatamente en el texto y su psiquis es más difícil de penetrar. Como Auerbach lo estipula, los personajes bíblicos gozan de “más profundidad en el tiempo, en el destino y en conciencia.”
Otra diferencia que Auerbach saca a la luz es el propósito de ambos escritos. Mientras que los relatos de Homero pretender agradar al público y lograr un efecto de catarsis en la audiencia, la Biblia tiene por objeto transmitir un mensaje que formará parte de la verdad universal y lograr dominar la voluntad de la persona. Así, mientras Homero narra su historia de manera ordenada y con el fin de conformar una unidad orgánica, los relatos de la Biblia podrían parecer separadas y autónomos pero en realidad conforman un todo que engloba la verdad a lo largo de la historia universal. A esto se le llama “unidad vertical.”
Esto nos lleva a diferenciar también el ámbito temporal de las dos obras: Homero delimita su obra a un tiempo específico, mientras que la Biblia abarca todos los tiempos desde el inicio hasta el fin. Probablemente esto se explica al admitir que para Dios el tiempo es relativo y en realidad no existe este concepto.
Una de las diferencias de mayor relevancia reside en la capacidad de interpretación. En los textos homéricos no cabe esta herramienta, mientras que en la Biblia no solamente cabe la interpretación sino que es necesaria para evitar que el texto sea anacrónico y lograr que se adapte a la realidad.
Auerbach analiza la naturaleza de las dos obras para distinguir aquel relato histórico del relato legendario. Así, llega a la conclusión de que la obra de Homero recae en la categoría de lo legendario en cuanto “se elimina todo lo contrapuesto, resistente, diverso y secundario.” La Biblia, al contrario es un texto histórico el cual contiene motivos contradictorios, existen tropiezos y la narración de los sucesos se realiza de manera concreta. Finalmente, el autor explora la división social en los textos. Por un lado, Homero se limita a relatar sucesos sobre hombres de alta sociedad, mientras que en la Biblia no se siente la división de clases a pesar de tratarse de una sociedad altamente patriarcal.

Comentario personal:
El primer capítulo de Auerbach es sumamente original en cuanto tiene por misión contrastar dos obras antiguas y épicas que han marcado la historia de la literatura universal. La claridad con la que se exponen los puntos y se logra probar a través de ejemplos es envidiable.
Me llaman la atención varios aspectos. El primero de ellos es el propósito de los textos. Si el propósito de la Biblia es dominar la voluntad del hombre, entonces es necesaria la interpretación con el fin de acoplar el mensaje a todas las épocas. He leído varios escritos en los cuales la capacidad de interpretación constituye una crítica fuerte a la Biblia. Me pregunto, a través de la traducción de los textos y de la tarea interpretativa, ¿quién conoce en realidad lo que se pretendía decir o el mensaje certero del texto?, ¿quién se encarga de interpretar la Biblia en la actualidad y como difiere esta interpretación de aquellas realizadas en el pasado?
Esto me recuerda al texto de Eagleton en el cual toda obra literaria nace como respuesta a la necesidad o interés de cierto grupo. ¿Cómo respuesta a qué grupo nace la Biblia?, ¿es la Biblia una herramienta de control empleada por la Iglesia?, ¿por qué se seleccionaron únicamente ciertos libros y se dejaron de lado otros?  






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