Mímesis
Erich
Auerbach
Capítulo I: La
Cicatriz de Ulises
A
lo largo del primer capítulo, el filólogo alemán Auerbach pretende analizar a
profundidad la obra homérica en contraste con el texto de mayor trascendencia de
la historia universal: la Biblia. Auerbach introduce al lector a la obra de la
Odisea a través del relato en el cual Euriclea reconoce a Ulises por su
cicatriz. La descripción de este evento se realiza de manera ordenada y
espaciosa, proporcionando al lector minuciosos detalles puesto que “nada debe
quedar oculto y callado.” Con el fin de realizar esto, Homero emplea
interpolaciones que crean un “nuevo presente”. Esta acotación resulta
interesante en cuanto Homero logra relatar toda la historia en un solo tiempo y
espacio: el presente.
Al
contrario, el estilo del texto bíblico -en particular el del Antiguo
Testamento- difiere en gran medida de la obra homérica. La necesidad de
proporcionar todos los detalles y de relatar con exactitud los sucesos, así
como de presentar a personajes con todo su bagaje de experiencias previos, es
probablemente inexistente en el texto bíblico. Este efecto se conoce como
“trasfondo” y con el fin de ejemplificar, Auerbach toma como ejemplo el
conocido relato del sacrificio de Abraham en honor a Dios, en el cual el
caudillo es Isaac, su hijo. A lo largo de este relato únicamente se describe de
manera efímera a los personajes, omitiendo sus sentimientos, sus experiencias,
su carácter previo, el lugar de la escena, entre otros factores. Esto se explica
al reconocer que Dios es el elemento clave del texto, un “síntoma de su modo de
concebir y exponer.”
El
“trasfondo” no se limita únicamente a esto ya que penetra también en la
psicología de los personajes, su construcción, sus sentimientos intrincados,
sus pasiones. Parecería ser que los personajes de Homero son apasionados, mas estas
emociones se exteriorizan de manera inmediata. Por otro lado, los personajes de
la Biblia gozan per se de una estructura de mayor complejidad en cuanto sus
emociones no afloran inmediatamente en el texto y su psiquis es más difícil de
penetrar. Como Auerbach lo estipula, los personajes bíblicos gozan de “más
profundidad en el tiempo, en el destino y en conciencia.”
Otra
diferencia que Auerbach saca a la luz es el propósito de ambos escritos.
Mientras que los relatos de Homero pretender agradar al público y lograr un
efecto de catarsis en la audiencia, la Biblia tiene por objeto transmitir un
mensaje que formará parte de la verdad universal y lograr dominar la voluntad
de la persona. Así, mientras Homero narra su historia de manera ordenada y con
el fin de conformar una unidad orgánica, los relatos de la Biblia podrían
parecer separadas y autónomos pero en realidad conforman un todo que engloba la
verdad a lo largo de la historia universal. A esto se le llama “unidad
vertical.”
Esto
nos lleva a diferenciar también el ámbito temporal de las dos obras: Homero
delimita su obra a un tiempo específico, mientras que la Biblia abarca todos
los tiempos desde el inicio hasta el fin. Probablemente esto se explica al
admitir que para Dios el tiempo es relativo y en realidad no existe este
concepto.
Una
de las diferencias de mayor relevancia reside en la capacidad de
interpretación. En los textos homéricos no cabe esta herramienta, mientras que
en la Biblia no solamente cabe la interpretación sino que es necesaria para
evitar que el texto sea anacrónico y lograr que se adapte a la realidad.
Auerbach
analiza la naturaleza de las dos obras para distinguir aquel relato histórico
del relato legendario. Así, llega a la conclusión de que la obra de Homero
recae en la categoría de lo legendario en cuanto “se elimina todo lo
contrapuesto, resistente, diverso y secundario.” La Biblia, al contrario es un
texto histórico el cual contiene motivos contradictorios, existen tropiezos y
la narración de los sucesos se realiza de manera concreta. Finalmente, el autor
explora la división social en los textos. Por un lado, Homero se limita a
relatar sucesos sobre hombres de alta sociedad, mientras que en la Biblia no se
siente la división de clases a pesar de tratarse de una sociedad altamente
patriarcal.
Comentario personal:
El primer
capítulo de Auerbach es sumamente original en cuanto tiene por misión
contrastar dos obras antiguas y épicas que han marcado la historia de la
literatura universal. La claridad con la que se exponen los puntos y se logra
probar a través de ejemplos es envidiable.
Me llaman la
atención varios aspectos. El primero de ellos es el propósito de los textos. Si
el propósito de la Biblia es dominar la voluntad del hombre, entonces es
necesaria la interpretación con el fin de acoplar el mensaje a todas las
épocas. He leído varios escritos en los cuales la capacidad de interpretación
constituye una crítica fuerte a la Biblia. Me pregunto, a través de la
traducción de los textos y de la tarea interpretativa, ¿quién conoce en
realidad lo que se pretendía decir o el mensaje certero del texto?, ¿quién se
encarga de interpretar la Biblia en la actualidad y como difiere esta
interpretación de aquellas realizadas en el pasado?
Esto me
recuerda al texto de Eagleton en el cual toda obra literaria nace como
respuesta a la necesidad o interés de cierto grupo. ¿Cómo respuesta a qué grupo
nace la Biblia?, ¿es la Biblia una herramienta de control empleada por la
Iglesia?, ¿por qué se seleccionaron únicamente ciertos libros y se dejaron de
lado otros?
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